Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: viernes 30 de noviembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La suerte está echada y una jugada de último día puso la cosa más interesante. Sí, porque la renuncia de Samuel Doria Medina le puso sabor a las elecciones.
No es que el empresario fuera a ganar. Se daba por sentado que no lo haría. Pero su voto duro se repartirá entre Carlos Mesa y los verdes, con primacía para el ex periodista que inesperadamente subirá su caudal electoral, a tal punto que podría forzar una segunda vuelta.
De esta manera Mesa ganó, ya que obtendrá buena parte del voto de Unidad Nacional sin haber tenido que conceder ni un solo curul, ni un solo ministerio.
Unidad Nacional perdió porque confió que los Demócratas respetarían la primacía de Doria Medina para la presidencia y luego porque no leyeron las implicaciones legales de las alianzas que no permitían el divorcio.
Doria ha perdido la posibilidad de tener una bancada, aunque posiblemente alguno de sus representantes deseará ir en las listas del mesismo. Dentro de UD las cosas deben estar color hormiga.
Perdieron los verdes porque sus posibilidades de ingresar a la segunda vuelta se desvanecen. Los demócratas inscribieron 350 mil militantes, pero casi todos ellos en el oriente. Son un partido regional focalizado en el Este de Bolivia sin mayores posibilidades de afincarse entre las montañas. La experiencia de José María Leyes y las mochilas redujo grandemente sus posibilidades.
Pero, además, perdieron el financiamiento de Doria Medina cuya billetera, todos lo saben, es gruesa.
En el lado del oficialismo debería existir preocupación. Con todos los opositores divididos Evo ganaba en primera vuelta con más del 40 por ciento y posiblemente por más de 10 puntos. Ahora la cosa es más difícil por lo mencionado arriba.
Sin embargo, el MAS depende ahora de sí mismo, de plantear un programa que arrebate el corazón de los bolivianos como lo hizo a partir de 2005. La nacionalización es una meta cumplida habrá que pensar en nuevas banderas.
Por otra parte, tener más de un millón de militantes le da la ventaja de una profunda campaña. Frente a un mucho más pequeño FRI, si la maquinaria masista se mueve convenientemente tendrá mayor capacidad de interpelar a los electores. Y eso es tener una estrategia clara.
La ruleta está girando y ha llegado la hora de la propaganda, con el aditamento de que a partir de estas elecciones las redes sociales y los ========big data====== con su focalización de segmentos ocuparán un lugar de privilegio.
Sólo una cosa se puede asegurar: no nos aburriremos.
El autor es periodista