Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: viernes 30 de noviembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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De acuerdo con el cronograma electoral de las forzadas elecciones primarias, el 28 de noviembre fue la fecha límite para la presentación e inscripción de los respectivos binomios presidenciales de las distintas fuerzas políticas con personería jurídica y las alianzas previamente habilitadas.
Al cierre, se ha confirmado la presencia de nueve binomios “únicos”: el Movimiento al Socialismo (MAS), Unidad Cívica Solidaridad (UCS), Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Movimiento Tercer Sistema (MTS), Partido de Acción Nacional Boliviano (Pan-Bol), Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Frente para la Victoria (FPV) y el Movimiento Demócrata Social (MDS) que irá con sus propios candidatos luego de la ruptura con Unidad Nacional (UN). A estos se suma el binomio de la única alianza consolidada, Comunidad Ciudadana (CC), conformada por el Frente de Izquierda Revolucionario (FRI) con Soberanía y Libertad (Sol-Bo).
Hasta aquí aparentemente nada extraño. Empero, hay un detalle, además de importante, insólito: las candidaturas de binomio “único”. En sentido contrario al espíritu de la norma, que ciertamente es importante en el camino de dotar de institucionalidad a los partidos, para promover procesos de democratización interna con el fin evitar decisiones “a dedo” de los caudillos y “propietarios” de los partidos; estas primarias con binomios “únicos”, no tendrían, en lo absoluto, sentido, alguno. Pues se supone que los binomios serían resultado de la competencia electoral. La competencia interna, entonces, es la “razón de ser” de las primarias.
En ese marco, al no haber competencia interna, estas primarias quedan totalmente desvirtuadas. No tienen sentido. El gasto, cerca de 27 millones de bolivianos, definitivamente, es insulso. Todo esto confirma, nomás, que su “forzada” realización ha sido para “habilitar” al binomio que el voto popular rechazo el 21F. Subrayo “habilitar”, en virtud de que de ningún modo se podría afirmar “legitimar”, pues para ello tendrían que haber convocado y ganado en una nueva consulta. Camino desechado por ellos mismos, pues conocían que su derrota iba a ser más contundente. Tampoco, se puede decir, “legalizar”, pues a todas luces, por la vigencia vinculante de los resultados del 21F, la candidatura del binomio oficialista es absolutamente ilegal e inconstitucional.
Si sumamos el gasto de estas primarias con el presupuesto que demandó la realización del referéndum del 21F, hablamos de cerca de 200 millones de bolivianos dilapidados en dos procesos, en los hechos, estériles. Ese es el costo que todos los bolivianos asumiremos por aquellos los irrefrenables caprichos y la obsesión de aferrarse al poder de cualquier forma y a cualquier costo.
Tal parece que, en los objetivos masistas de reproducción del poder, básicamente subyace una estrategia de impunidad. Los nuevos “ricos azules”, deben ponerse en resguardo frente a todos los abusos y tropelías cometidas en el control del Estado y el manejo del excedente.
Se horrorizan con la idea de abandonar y perder el poder. Eso les provoca terribles pesadillas. De ahí la expresión del Presidente, en una reunión con sus bases cocaleras, para que los movimientos sociales salgan en su defensa en caso de procesos y juicios cuando esté fuera del poder. De manera flagrante, esa exclamación pone de manifestó que es la impunidad lo que los aferra al poder.
Ahora bien, si ese es el objetivo, desde el control del Estado y sus dos tercios en el poder legislativo, no es de extrañar que diseñaran todo tipo de estrategias, como las primarias por ejemplo, para forzar procesos con el fin garantizar la reproducción del poder. Esto, ciertamente, provoca muchas dudas y temores razonables.
Una de ellas, por citar un ilustrativo ejemplo: ¿respetaran los resultados de las próximas elecciones, en caso de que pierdan? Si nos remitimos a los hechos materiales e históricos; todo parece indicar que no. Y, como hemos visto, será por impunidad. En los hechos, ya abandonaron la agenda 2025. Ésta quedó solo en el discurso.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la UMSS