Medio: El País
Fecha de la publicación: jueves 29 de noviembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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La carrera electoral ya está en marcha. Después de las dudas, las sorpresas, los pronunciamientos, etc., los políticos han decidido por hacer lo que – dicen – mejor saben hacer: política.
No hace ni tres meses que se aprobó este nuevo formato electoral, acelerando los tiempos de la campaña para obligar a los partidos a hacerse democráticos, algo muy resistido por estos entes que se presentan a su vez como guardianes de la democracia. Quedan más de once meses para que los ciudadanos, todos, no solo esa suerte de militantes fanáticos que se han sumado en la coyuntura a un partido sin tener claro su dimensión, elijan al futuro presidente de Bolivia.
En la coyuntura, esta convocatoria acelerada ha permitido superar un dolor profundo que simboliza como nada la necesidad de cambio de ciclo: la derrota jurídica en la Corte Internacional de Justicia de La Haya ante Chile. Lo paradójico es que esta evidencia que supuso el fallo sobre la necesidad de cambiar de ciclo y enfoque no se ha materializado en los nombres que deberían iniciar esa transformación.
La economía parece volverá a ser el eje de una campaña que casi nadie parece sobrado de fuerzas ni de confianza para afrontarla
Más al contrario, se han rehabilitado otros nombres – todos masculinos – que hasta la fecha se daban por amortizados y que no habían terciado en los últimos comicios a pesar de haber estado siempre presentes, desde Felix Patzi hasta Carlos Mesa, pasando por Evo Morales, García Linera, Samuel Doria Medina – bajado in extremis -, Jaime Paz, Virginio Lema, Víctor Hugo Cárdenas…
Salvo unas pocas excepciones, en general se entiende que la necesidad de trasformación en Bolivia se ha convertido en todo lo contrario, en una especie de tabla de salvación para los políticos de toda la vida que sobrevivieron agazapados a la crisis del 2003 y que nunca han podido hacer frente a Morales. Incluso para algunos, borrarse ahora ha supuesto una renovación.
Estos mismos políticos enarbolaron en su momento la bandera del 21F, de “defensa inclaudicable” de la democracia y los resultados del referéndum, y convocaron de forma simultánea a la unidad de la oposición. Los resultados son elocuentes. Hay más binomios en carrera por la silla electoral que en las últimas tres convocatorias.
No es tan cierto que la convocatoria de las Elecciones Primarias se haya llevado por delante el espíritu del 21F, sino que son más bien los políticos los que han tenido que evidenciar su interés en medio del cálculo maximalista. Lo cierto es que elecciones, de una u otra manera, debe haber en 2019 y lo cierto también es que quien quiera derrotar al Movimiento Al Socialismo (MAS) tendrá que demostrar más habilidad de la exhibida hasta ahora.
El presidente Evo Morales sigue siendo el eje de la discusión en la campaña. Se han registrado casi una docena de binomios y ninguno ha argumentado con vehemencia la necesidad de cambio ni la alternativa mejor. Con todos los argumentos e iniciativas, con todos los problemas y errores, con el propio agotamiento del poder, con la afrenta a la democracia, la economía parece volverá a ser el eje de una campaña que casi nadie parece sobrado de fuerzas ni de confianza para afrontarla. Tampoco de ideas.