Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: jueves 29 de noviembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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La inscripción del binomio del Movimiento al Socialismo para las elecciones primarias del 27 de enero de 20019, ayer a mediodía, estuvo precedida de una movilización multitudinaria y –luego del registro legal en el Tribunal Supremo Electoral (TSE)– continuó con un acto de masas, en inmediaciones de la sede del Órgano Electoral, para el cual todo estaba previsto: tarima, amplificadores, micrófonos…
Se trató, sin equívoco posible, de una demostración de fuerza, de una ostentación de poder, de una suerte de advertencia. ¿Necesaria para el cumplimiento de una formalidad legal? ¿Útil para revitalizar una unidad, la del oficialismo, que se resquebraja? No.
El propósito de tal despliegue, que nada tuvo de improvisado es un mensaje para el resto de los bolivianos, para aquellos que no renuncian al dictamen del referendo que dijo no a la repostulación de Evo Morales y Álvaro García Linera. Es un mensaje claro que proclama que la consumación de la burla a la institucionalidad del Estado entra en su recta final, y advierte de los recursos y decisión oficiales con los que se encontrará cualquier intento de repudiarla en las calles.
En unos 10 días terminará de consumarse esta burla a la institucionalidad democrática. A la misma institucionalidad de cuya construcción participaron quienes, desde mediados de 2016, armaron y, ahora, sustentan y dirigen la maquinación para distorsionarla.
En nueve días más, el 8 de diciembre, el TSE dirá si los binomios inscritos ayer para las primarias están habilitados o no para participar de esas elecciones. El apego a los valores del Estado de derecho alienta la débil, y optimista, expectativa de que el Órgano Electoral inhabilite a los candidatos del MAS o, si los habilita, responda en toda legalidad a una hipotética impugnación a esas postulaciones, tal como está previsto en la ley que instaura las elecciones primarias.
Pero la realidad inspira expectativas menos optimistas. A la demostración de fuerza de ayer en La Paz la precedieron otras, en otros departamentos, todas bajo el rótulo de apoyo al binomio del MAS. Hace pocos días una infidencia reveló que la Policía se encarga de enderezar la imagen oprobiosa del Gobierno en las redes sociales. Y el presidente Evo Morales repite con energía que las elecciones primarias –cuya utilidad práctica es legitimizar, si eso es posible, su insconstitucional repostulación– será una victoria del MAS que aplastará a la “derecha”, entiéndase, a los bolivianos apegados a la institucionalidad.
Hemos llegado a un punto en el que la posibilidad de un enfrentamiento entre bolivianos es más que un temor, más que un retórico lugar común. El MAS y el Gobierno nos lo demostraron ayer, como si haría falta.