Nuevamente se está hablando de federalismo, pero es necesario analizar el contexto en que se da la propuesta; entre varias definiciones, es un sistema de gobierno que trata de una Coalición de Estados Federales, donde cada cual tiene libertad de realizar sus propias leyes, elegir sus propias autoridades, administrarse como si fuesen un Estado, pero están regidos por una Constitución Nacional y acatan las decisiones del Gobierno Central en las atribuciones que éste posea.

En 1876 surge, en Santa Cruz, el Gobierno Federalista de Andrés Ibáñez, que fue vencido por tropas militares enviadas por el Presidente Hilarión Daza, y es fusilado el 1 de mayo de 1877. El diputado Ovidio Barbery Justiniano logró que se cambie el nombre de la provincia cruceña “Cercado” por Andrés Ibáñez (1944).

Entre 1898-1899 hubo Guerra Civil, llamada “Federal”, entre centralistas (Sucre) y federalistas (La Paz), que concluyó con la derrota de los primeros y el traslado de los Órganos Legislativo y Ejecutivo a la actual Sede de Gobierno. La Convención Nacional, que se reunió para efectivizar el federalismo, terminó avalando y fortaleciendo el modelo unitarista centralista, en clara evidencia de que lo que se vio en dicha época y entre las peticiones de Autonomía a principios del siglo XXI: Mientras se está en la oposición, piden federalismo y autonomía, pero encontrándose en el ejercicio mismo del poder, para qué cederlo.

En la década de 1980, Carlos Valverde Barbery impulsa el modelo federal con la publicación de “Hablemos de Federalismo” (Santa Cruz, 1983) y la creación del Movimiento Federalista Democrático (MFD); participa de las Elecciones Municipales 1987, obtiene 11.681 votos y un concejal en Santa Cruz de la Sierra, resultado que dio un promedio de 40 votos por ánfora hasta el Segundo Anillo, 21 votos entre el Tercero y Cuarto, y cinco votos fuera del Cuarto Anillo, lo que evidenció un punto neurálgico: falta de información y comprensión del federalismo en las zonas populares; asimismo, el partido no tuvo trascendencia nacional, debido a que se tiende a considerar al modelo federal como “separatista”, discurso que hasta la actualidad emplean sus contestatarios.

He ahí el principal problema: Bolivia es un país cuyos habitantes, generalizando, no aceptan innovaciones que alteren el orden comúnmente conocido; desde el nacimiento de la República, nos acostumbramos al sistema unitario centralista y que, salvo avances notables como la Participación Popular o Descentralización Administrativa, las potestades de decisión no se llevaron a las regiones.

El actual proceso autonómico, que está en etapa de construcción, tiene serias dificultades producto de que no es entendido por sectores de la población, y el mismo no debería ser reducido a la simple Elección de Gobernador y Asamblea Departamental. Sobre el federalismo, requiere socialización profunda y mostrar cómo llegarían sus beneficios a las personas, y no hay que referirse únicamente a las capitales, sino al área rural. De hecho, la concientización de la federalización no tendría que llevarse únicamente en tiempos electorales debido a la coyuntura política, sino como ideología.