Medio: El País
Fecha de la publicación: lunes 26 de noviembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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El sociólogo e investigador adscrito al Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales (INCISO) de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Mayor de San Simón (FACSO – UMSS), Alex Ojeda, enfatiza que si bien hay otros elementos, esos son dos de los puntos centrales.
Por un lado, el contexto general del surgimiento de los movimientos en red tiene que ver “con el aumento en el acceso a Internet que es transversal a generaciones, sexo y sectores socioeconómicos debido a la expansión del Internet móvil, siendo que el uso principal es para el acceso a las redes sociales digitales, que entraña una dimensión conectiva más que informativa, y que no se limita a reproducir los círculos inmediatos de los actores individuales”.
Por otra parte, en referencia al segundo punto, Ojeda señala que “a pesar de la pretensión del Estado Plurinacional de constituirse en un ‘Estado integral’ y su expresión gubernamental en el el discurso oficial denominado como ‘gobierno de los movimientos sociales’, una parte de la sociedad civil boliviana, vinculada tecnosocialmente a Internet, ha encontrado nuevas formas de asociación en torno a demandas no cubiertas por el Estado en sus diferentes niveles de gobierno”.
Esto, agrega, está relacionado al crecimiento de la clase media emergente, la activación de las clases medias ya tradicionales, la generación de comunidades en línea y el uso de las redes sociales digitales como plataformas para apoyar alguna causa social y política.
En este sentido, el experto nota que “la sociedad civil urbana no se estancó en el proceso de institucionalización de las dinámicas sociales que encaró el gobierno del MAS”.
Aumento en el acceso a Internet
Según datos de la Agencia de Gobierno Electrónico y Tecnologías de Información y Comunicación (AGETIC, 2017), el 67,5% de la población boliviana utiliza el Internet. De este total, un 95% tiene además Internet móvil.
Hay una distribución equitativa del uso entre hombres y mujeres, mientras que las edades, si bien se concentran en la población joven (con picos alrededor de los 20 años), también hay una importante distribución en otros grupos de edades por encima de los 30 años.
En cuanto al factor socioeconómico, el 30% mayoritario que usa el Internet es de nivel medio bajo, seguido por el 28% de nivel medio típico, dando un total del 58% de usuarios de nivel medio típico y bajo.
Para Ojeda, esto muestra que “el sesgo social en el uso de Internet no es tan concentrado y que existe una relativa diversidad. Las poblaciones de estratos populares también están accediendo a Internet”. Las desigualdades, “a pesar de estar presentes, no constituyen brechas tan pronunciadas. Además, tienden a cerrarse, principalmente por el acceso al internet móvil”.
Al respecto, el experto aclara que este análisis no se centra en la calidad del Internet o las habilidades de uso de los distintos sectores, sino específicamente en el acceso de la población a este servicio.
Justamente, uno de los “elementos clave” para el aumento en el acceso a Internet son los celulares inteligentes y el Internet móvil. Según la AGETIC, del total del acceso a Internet, el 95% es Internet móvil.

Si bien este tipo de acceso tiene precariedades, ha sido suficiente para facilitar el acceso a una plataforma clave en Internet: las redes sociales digitales. “Y precisamente de entre los usos prioritarios de la población boliviana en Internet está el contactar con círculos cercanos (amigos y familiares) y el uso de las redes sociales digitales”, dice Ojeda.
La AGETIC también detalla que el 96% de los internautas bolivianos usa redes sociales, gracias a su facilidad de acceso y uso, y a que permite estar en constante relacionamiento con tópicos de interés y personas afines.
Las cinco principales actividades en las redes sociales son: conectarse con amigos y familiares (97%), ver videos y fotos (52%), informarse de noticias (50%), compartir contenidos (45%) y conocer gente (39%).
Según Ojeda, estas tendencias muestran el crecimiento de la “tecnosociabilidad”, fenómeno que “coincide con los cambios sociopolíticos” que se observan en Bolivia en la presente década.

Hegemonía versus autonomía
Si bien la gestión de Evo Morales trajo consigo un conjunto de cambios que produjo mayor inclusión social, el reconocimiento de la diversidad cultural, la creación nuevos mecanismos formales de participación, la ampliación del catálogo de derechos, y cierta fortaleza de la economía vía presencia estatal, la relación entre gobierno/Estado y la sociedad civil no ha sido tan positiva.
Por un lado, existe presencia de dirigencias de varias organizaciones sociales masivas en el gobierno (COB, mineros, campesinos), pero por el otro, esta participación no parece ser activa, sino que “es el Estado el que busca el control de esas organizaciones, con la pérdida de autonomía política de las mismas”, afirma Ojeda.
Al mismo tiempo, el partido de gobierno “ha desplegado una estrategia de hegemonía, mediante dispositivos discursivos, como la creación de la historia y el emplazamiento de una simbología, el control de los medios masivos, pero también organizativos, cooptando y dividiendo muchas organizaciones sociales, a través del patrimonialismo, distribuyendo recursos a las organizaciones leales y retirándolos a las desleales; y hasta legales, con la implementación de leyes de control estatal y persecución legal a disidentes”, con una clara aspiración de lograr una “hegemonía total”.
La forma de hacer esto es censurando actores e iniciativas que no pueden ser absorbidas, y se reconoce como actores válidos de la sociedad civil sólo a aquellos que están en alianza con el gobierno. “El proyecto hegemónico apunta a paralizar la sociedad civil, a congelarla”.
Como contracara a este proyecto hegemónico han ido emergiendo nuevos actores, en parte debido a la nueva infraestructura comunicativa y los nuevos hábitos de comunicación de la población boliviana, que incluye los usos sociopolíticos.
Para el experto, en este contexto de expansión hegemónica del gobierno, las redes sociales digitales “van a devenir en un espacio relativamente autónomo, que escapa de las lógicas de control del dispositivo burocrático estatal y del dispositivo sindical, pues la estructura arborescente de estos dos últimos no se corresponde con las dinámicas del Internet y las redes sociales”.
Y es que el internet es, según dicen los expertos, no es como un árbol con un tronco central y ramas que se expanden. Es más como un rizoma, es decir, un modelo en el cual la formación de los elementos no sigue líneas de subordinación jerárquica; es un sistema sin centro, jerarquías o significado imperante; se define, únicamente, por una circulación de estados.
Es por ello que el internet y las redes sociales son difícilmente controlables por el gobierno, por sindicatos u otras organizaciones, permitiéndole ser, por ahora, un espacio relativamente autónomo para los usuarios. Las formas de controlar la circulación de contenidos son, en todo caso, otras.
El giro “tecnopolítico” de los bolivianos
El investigador identifica que “el giro tecnopolítico de la sociedad civil se inicia el año 2011, con el movimiento en defensa del TIPNIS que se teje en las ciudades del eje troncal, donde se empieza a usar al Internet como un espacio de interpelación al poder político”.
En este movimiento se comenzaron a usar y ensayar “muchas de las prácticas tecnopolíticas que posteriormente serán habituales y hasta refinadas por otros movimientos”, que pueden verse hasta el presente.
Y es considerado como un “giro” porque desde ese momento, ya no ha habido una “vuelta atrás” respecto a los medios del accionar político de los movimientos. “Hoy es un lugar común utilizar las redes sociales digitales como medios tácticos de la acción política”, afirma Ojeda.
Esto ocurre en un contexto en que, según la AGETIC, el 25% de la población internauta en Bolivia declara pertenecer a alguna comunidad digital con un interés en común. Y si bien estas nuevas comunidades se relacionan generalmente con temas profesionales, de música, deportes o educación, también existen usos para las actividades políticas, activismo y apoyo a causas sociales.
De hecho, la misma Agencia reporta que el 21% de las personas que usan redes sociales digitales declaran apoyar una causa social a o política a través de las mismas. Es decir que ya están presentes usos sociopolíticos de las redes en la población boliviana, que van más allá del entretenimiento y ocio.
Además de la defensa del TIPNIS, el movimiento Más y Mejor Internet, del año 2010, es también considerado como uno de los precursores del mencionado giro tecnopolítico.
Entre los años 2011 y 2016 se expandieron por las ciudades otros movimientos, como el de Masa Crítica, Colectivo Árbol, Revolución Jigote, No a la Tala, el movimiento Agua para La Paz, entre otros. Los movimientos que marcan la consolidación de esta nueva forma de hacer política fueron Contra la TV Basura y NiUnaMenos, de 2015-2016. Y con más fuerza el #21F a raíz del referéndum de 2016.
Al respecto, el experto nota que la reacción del gobierno frente a las redes sociales digitales fue tardía: se dio recién después del referendo constitucional realizado el 21 de febrero de 2016.
El gobierno atribuyó su derrota a las redes sociales, por lo que desde entonces ha intentado implantar, aún sin éxito, mecanismos de control jurídicos (leyes), gubernamentales (creación de instituciones dependientes de ministerios) y políticos (estrategia de entrada a redes mediante capacitación a militantes del partido, la llamada “guerra digital”).

Espacio autónomo, emoción y conexión
En síntesis, Ojeda explica que en un principio existen “individuos dispersos, no conectados, que desconfían de la política tradicional y tienen problemas individuales que no están agendados en los niveles de gobierno”.
Gracias a las redes sociales, éstos logran conectar con más gente y conformar una primera masa crítica, donde la primera lucha es conectar a más gente aún, y legitimar el problema colectivo como un problema público.
Así, “el problema individual de inicio, en realidad siempre fue un problema público, pero se activó debido a un nivel de afecto y conexión altos. La combinación de espacio autónomo, afecto y conexión es lo que posibilitó la emergencia de los movimientos en red que estudiamos”, enfatiza el experto.