Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 25 de noviembre de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Ese mismo día se recuerda un año del polémico fallo del Tribunal Constitucional en el que el Gobierno se apoya para eludir el veredicto de las urnas y persistir con la intención de alargar su mandato por otro quinquenio consecutivo. Lo más probable es que la dupla masista se inscriba, en medio de una creciente confrontación que puede llegar a su máximo nivel el 8 de diciembre, cuando el Órgano Electoral oficialice las habilitaciones de candidaturas para las primarias.
La polarización de Bolivia se ha profundizado desde que el TCP favoreció a Morales y a García Linera con un dictamen que les abre el candado que puso el voto popular. Aunque por ahora las tensiones no han generado graves hechos de violencia, ya hubo costosos paros y encendidas protestas que podrían tener una peligrosa escalada en los próximos días en los que se tomarán decisiones trascendentales para la democracia boliviana.
El foco de la presión de los sectores ciudadanos movilizados ya es desde hace unas semanas el Órgano Electoral. Es probable que cualquier decisión que tomen los vocales provoque respuestas de consecuencias imprevisibles, si es que los propios líderes políticos impulsan irresponsablemente la confrontación, como de alguna manera lo vienen haciendo. Es mejor ni imaginarse cuál puede ser la reacción a una decisión desfavorable a la habilitación de las candidaturas de Morales y de García Linera. Tampoco será fácil convencer a los ciudadanos contrarios a esa postulación a que se replieguen o se resignen a enterrar el mandato vinculante del referéndum del 21 de febrero.
El clima político tiende a complicarse aún más por la confusión que ha generado la vergonzosa inscripción irregular de militantes para las primarias. Las señales preocupan, ya que han comenzado a alistarse vigilias y marchas para presionar al Órgano Electoral, que debería tener tranquilidad para tomar una decisión histórica. También inquietan las provocaciones para empujar a los ciudadanos al borde de un enfrentamiento, cuando son los líderes políticos los que más bien deben conservar la cordura en estos tiempos críticos, que ponen a prueba la vocación democrática.