Medio: La Patria
Fecha de la publicación: domingo 10 de diciembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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El voto nulo había ganado, pero Morales dijo que la derecha que lo propició había perdido. Los jueces elegidos no había recibido ni siquiera 30% de los votos, pero él decía que eran legítimos.
Sin embargo, su rostro hablaba de una nueva derrota, dijo el amigo.
Otra lectura dice todo lo contrario. A lo que se refería, sin decirlo, el balance de Morales, es al experimento que se había hecho con este referéndum, que no tenía nada que ver con la justicia. Al fin y al cabo no había necesidad de cambiar a unos jueces que eran tan sumisos que aprobaron la repostulación incluso estando con el pie en el estribo.
El experimento había consistido en medir, en identificar, en calibrar la capacidad de reacción de la gente ante un atropello como el fallo del TCP. Un fallo que fue fríamente calculado para que fuese lanzado unas horas antes de los comicios. Una ofensa a la gente, una bofetada.
Y el experimento fue exitoso. La reacción de la gente no es para temer. Se puede seguir sembrando nabos en la espalda de los bolivianos. Lo único que pasó fue que unos jóvenes cruceños protestaron y se estrellaron contra la gobernación, unas mujeres cochabambinas marcharon y cantaron y unos cuantos paceños intentaron hacer algo en la Plaza Murillo, aquella de los grandes escarmientos, pero en vano.
Y, como la cereza en la torta, una nueva ofensa: la réplica de la casa de Morales puesta en aquella plaza, la de los ansiosos faroles. Un pesebre del nuevo mesías de los bolivianos, de los sumisos bolivianos.
Todo el experimento fue la idea de los todopoderosos asesores cubanos del presidente. Ellos traen la buena nueva de que otra dictadura es posible en la región. Tienen ya Honduras, Nicaragua, Venezuela y están afinando las cuerdas para que Bolivia no comience, sino que se consolide como una dictadura, mientras cae Colombia. No están en la defensiva: están en el ataque. No está perdiendo Venezuela, están ganando Colombia y Bolivia. Si en el pasado quebraron a una superpotencia, ahora tienen una transnacional con recursos inagotables. Y avanzan.
Es otra lectura de esta realidad.