Medio: El País
Fecha de la publicación: domingo 10 de diciembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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Por si había alguna duda, el Tribunal Constitucional Plurinacional decidió dictar sentencia sobre el recurso abstracto de inconstitucionalidad de la propia Constitución en sus artículos referidos a la limitación de mandatos cinco días antes de que se eligieran a sus sucesores. Queriendo o sin querer, la elección se convirtió en plebiscito con el presidente del Estado como protagonista.
Los resultados finales son difíciles de homogeneizar para dar un dato estándar, en Tarija por ejemplo el nulo en el Consejo de la Magistratura y el Tribunal Agroambiental, que eran candidatos nacionales desconocidos suman tres puntos más que en las circunscripciones departamentales del Supremo y el Constitucional, cuyos candidatos si tenían boca, cara y familia en Tarija.
A modo de resultado referencial para el análisis tomaremos el Tribunal Agroambiental: 51,35 por ciento nulo, 13,63 por ciento blanco y 35,02 por ciento válido mientras que en Tarija tomaremos los resultados del Tribunal Constitucional, que contemplan el factor del voto familiar y conocido y que acabó con un nulo del 53,52 por ciento, un blanco de 16,04 por ciento y un válido del 30,54 por ciento.
2.- “El Blanco es de Evo”
No existen dudas, salvo para Gabriela Montaño, al afirmar que el voto nulo es un voto de castigo para el actual Gobierno. Tampoco existen dudas al asegurar que el voto válido por cualquiera de los candidatos, aun sin tener la más remota idea de a quien se le entregaba la confianza, es un voto de respaldo a la actual gestión de Gobierno.
Tampoco deberían existir muchas dudas a la hora de reconocer a quien le pertenece el voto blanco en términos de política partidaria contigo o contra ti, sin embargo la oposición ha tenido la habilidad de posicionar la idea de que el voto blanco es también un voto de castigo a Morales, cuando resulta evidente lo contrario.
La campaña desplegada en esta ocasión no ha dejado margen a la duda. El voto condena era el voto nulo. El voto blanco es, si cabe, un voto de confianza mayor al presidente Morales y su gobierno, pues podría entenderse como: Ponga usted a quien le parezca, que a mí me parece bien.
En ese sentido, los resultados finales promedios indicarían que el 51 por ciento del país estaría con Evo y el 49 por ciento estaría contra Evo, mientras que en Tarija sería un 53 por ciento frente al 47 por ciento.
3.- “La Constitución es del Evo”
Esta elección y la decisión del Tribunal Constitucional ha vuelto a reabrir un debate que parecía superado, pero que en realidad solo se había soterrado: La Constitución Política del Estado, que muchos siguen llamando Nueva Constitución Política del Estado, es propiedad del MAS y puede hacer con ella lo que quiera.
Una buena parte de la oposición se ha empeñado desde 2009 en apropiarse de los consensos de la Carta Magna llegando incluso a defenderla con más pasión que los propios oficialistas, que en el fondo saben que tuvieron que ceder (aunque no saben bien en qué y porqué como quedó claro en los referéndum estatutarios de 2015) para pacificar el país.
Este cierre en falso legitima a Evo Morales ante sus bases para hacer lo que considere oportuno con el texto.
4.- La democracia del Evo
En Sudamérica el valor de la democracia es muy relativo; un porcentaje minoritario pero mayor al de otros continentes prioriza el “vivir bien” al “vivir democráticamente”, incluso a ser libres. Así lo indica el último estudio al respecto de Ipsos entre líderes de opinión, y también las ánforas. Sólo las situaciones de crisis económica, o al menos la percepción de, han hecho caer gobiernos de un signo a otro signo en este continente en lo que va de siglo. Así fue en Argentina y así estuvo a punto de pasar en las urnas en Brasil, que tampoco reaccionó al golpe parlamentario a Dilma Rousseff y más bien se quedó expectante del bolsillo.
El MAS ha hilado rápido el argumento y la dispersión de la oposición en su respuesta lo está consolidando, en 2019 ya nadie se acordará de estas batallas porque, efectivamente, lo democrático es competir con todos, no dejar fuera a un candidato apelando a cuestiones de alternancia de la era colonial y que se institucionalizó en la etapa republicana entre la Guerra del pacífico y la del Chaco.
5.- La unidad de la oposición depende del Evo
La oposición tenía dos alternativas a partir de los resultados y en combinación con el fallo del Tribunal Constitucional: Proclamar una gran victoria o empezar a generar un proyecto alternativo.
Los que proclamaron una gran victoria para su causa se han quedado más o menos pataleando en la plaza al ver que nada pasaba a su alrededor. No hay clima de confrontación pero sobre todo, no hay esa gran victoria.
Los que empezaron a generar un proyecto alternativo evidentemente primerearon al resto, pero corren el riesgo de quedarse en el molde si finalmente el discurso no se acompaña con los planes precisos y se apoya en los mismos rostros que los proyectos anteriores.
Al clamar por la unidad, la oposición concede a Morales y los suyos el don de la imbatibilidad o algo muy parecido, y al mismo tiempo, la presencia o no del presidente Evo Morales en la papeleta del 2019 resulta el desencadenante principal de que la manida unidad se concrete. Tales son los egos en juego que si Evo no va, todos querrían ser candidatos.
6.- La amarga victoria y la dulce derrota, también son del Evo
Una arrolladora victoria hubiera seguido desgastando a Morales configurando otro escenario propicio para la oposición que espera ganar por agotamiento, aunque probablemente así tampoco se hubiera unido.
Lo cierto es que los resultados son una amarga victoria para la oposición que esperaba más y una dulce derrota para el Movimiento Al Socialismo, que también. Ambos bloques, sin embargo, se hacen trampas a sí mismos.
El plebiscito judicial, que unos y otros se empeñaron en posicionar, debe compararse con otro plebiscito similar, que es el del 21 de febrero de 2016.
En el país ganó el No a la reelección de Evo Morales con un 51,30% mientras que el Sí se quedó en un 48,70%, unos porcentajes muy similares a los obtenidos por el nulo frente al blanco y válido del 3D.
Más paradigmática es la situación en Tarija, donde el 21 de febrero el 60,12 votó por el No, siete puntos más que por el nulo, y 39,88 votó por el Sí. ¿Qué habrá pasado en este tiempo?
PD.- Sustituir Álvaro donde ponga Evo y volver a leer; sacar las propias conclusiones.
El MAS se asienta en el Chaco
Los analistas de uno y otro partido andan estos días devorando números, creando gráficas y sacando conclusiones. No es fácil extrapolar los resultados de unas elecciones judiciales a unas elecciones departamentales, pero algo algo, aseguran, se puede deducir sobre la evolución del voto y las tendencias.
Claro que a los “jefes” de los partidos no les gusta especialmente lo que dicen los números, sobre todo en la oposición que repite un mantra cada vez más falso: “El MAS nunca va a ganar en Tarija”, aún sabiendo que el presidente Morales ganó con el 51 por ciento de los votos en 2009 y en 2014.
El voto duro del MAS, que se ha ido reduciendo en el país, se ha ensanchado en Tarija y particularmente en el Chaco, donde el oficialismo ha ganado pocas elecciones pero ha ostentado el poder gracias a alianzas o conversiones, como la del ex alcalde de Yacuiba Carlos Brú, el actual Ramiro Vallejos, el ex subgobernador de Villa Montes Rubén Vaca o el actual Robert Ruíz y el de Caraparí Lorgio Torres.
El voto válido y blanco en estas elecciones judiciales en Tarija ha llegado al 47,16 por ciento por ciento con 133.250 votos que se considerarían en la órbita del MAS con 83.492 como voto duro. En el referéndum del 21 de febrero el SÍ sumó 105.580 votos (39,88%) y en las últimas elecciones departamentales, 83.891 personas votaron por el candidato masista Pablo Canedo.
En lo que se refiere a Yacuiba, el voto próximo al MAS en el 3D y 24.771 votos, el 49,87 por ciento; en el referéndum del 21 F votaron 21.674 personas pero en la elección departamental apenas votaron 13.912 personas.
Los porcentajes de incremento de voto duro del MAS se da en los tres municipios del Chaco con Caraparí como el más representativo de la postura oficialista.
La consolidación de la Autonomía Regional en el Gran Chaco ha sido un proceso acompañado e impulsado desde el Gobierno Nacional, con leyes centralistas que no han pasado por la Asamblea Departamental ya que tampoco eran precisas, pues la figura está contemplada en la Constitución.
La apuesta política va más allá. El MAS cree ver margen de crecimiento en el Chaco para contrarrestar el peso de la capital para la futura elección departamental. En 2016 ya ganó la provincia con 23.912 votos frente a los 23.531 que obtuvo UDA, mientras que 12.500 se fueron a otras opciones.
En Cercado la diferencia fue de 36.700 frente a 61.179 pero la diferencia departamental conjunta fue de 84.000 frente a 105.000.
¿Se pueden recuperar 20.000 votos en el Chaco? De momento el MAS se va consolidando en lo más duro.