Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: jueves 22 de noviembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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“Lo que está en debate en las próximas elecciones no es un modelo económico, como pasa en el resto de la región. Si no que el debate gira en torno a quien le da continuidad a nuestro proyecto económico. Esa es nuestra ventaja y lo que tenemos que transmitir, que Evo es el único que puede garantizar la continuidad”, dijo el mandatario boliviano al diario argentino Página 12.
Agregó que otra de las ventajas del MAS sobre las organizaciones políticas de derecha es que ellos “no tuvieron la capacidad de interpelar las estructuras de crecimiento de nuestro país”, que cuestionan sin argumentos sólidos.
En esa línea, precisó que la clave para la sostenibilidad de un gobierno progresista es y tiene que ser la economía. “En el caso de Bolivia, parte del éxito radica en esta preocupación de la economía, fruto de que nuestra generación vivió la derrota de la izquierda hace 20 años precisamente por una mala gestión económica que abrió paso a que la derecha avasallara durante 20, 25 años”.
Explicó que el modelo económico boliviano se basa en cuatro pilares: 1) Que el Estado controle como propietario los principales sectores generadores de excedente económico: hidrocarburos, electricidad y telecomunicaciones, 2) Redistribuir la riqueza pero de una manera sostenible con énfasis en los sectores más vulnerables, 3) Apuntalar el mercado interno y 4) Articulación entre el capital bancario y el productivo, lo que implica que el 60 por ciento de los ahorros de los bancos se dirige al sector productivo, generando mano de obra. “Y por último, estabilizamos la moneda y bolivianizamos los ahorros”, detalló.
Para García Linera, lo que ocurre en Brasil, Argentina, Ecuador, Paraguay y otros países donde retornaron a los gobiernos neoliberales, “es un corto invierno” porque dichas fuerzas carecen de expectativas de mediano y largo plazo.
Aseguró que los gobiernos como los de Mauricio Macri o Jair Bolsonaro no fundaron su regreso en el diseño de un horizonte de esperanzas, de expectativas, sino que basaron su regreso en una muralla de resentimientos y de odio.
“La derecha planetaria y las derechas continentales no saben el rumbo que van a tomar, se apegan de manera casi ciega y desesperada a viejas prácticas y viejas decisiones que están empeorando la economías de sus países -que están generando más malestar que el que quisieron resolver- y no tienen otro libreto”, dijo al rotativo argentino.
Recomendó, a las fuerzas progresistas del continente, a tener la capacidad de remontar el ruido y volver a redefinir un camino más o menos claro y preciso de cómo superar este conjunto de adversidades que ahora agobia a la gente.
En lo práctico, manifestó, las izquierdas tienen que hacer otras combinaciones de gestión económica y en lo político tienen que construir otro relato, otra manera orgánica de concentrar expectativas distintas a las que prevalecieron en las últimas décadas.