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Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: jueves 22 de noviembre de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Como si los muchos malos antecedentes acumulados durante los últimos tiempos no hubieran sido suficientes para poner en duda la confiabilidad del Órgano Electoral Plurinacional (OEP), el escandaloso caso de los registros de militantes ha llevado a un punto muy peligroso la desconfianza de la ciudadanía en ese órgano del Estado.
Es tan grave el asunto que cuesta mucho creer que lo ocurrido haya sido resultado de un acto voluntario. Es tan absurda, tan grotesca y fácil de identificar la falta de correspondencia entre los datos publicados y la realidad, que parece más razonable atribuir el hecho a un gravísimo error informático, a un pésimo manejo de las bases de datos del padrón electoral, que a una acción criminal cometida con el expreso propósito de asestar un golpe mortal a la ya muy debilitada democracia boliviana.
Como se ha podido ver desde el momento en que el problema se difundió a través de las redes sociales, la corriente principal de la opinión pública se ha inclinado por la peor de las hipótesis, la que da por supuesta la existencia de una especie de conspiración concebida y ejecutada para impedir que se lleve a cabo el proceso electoral en curso o lo haga en condiciones propicias para la ejecución de un masivo fraude electoral.
Que esa haya sido la primera y más común de las reacciones es en sí mismo un claro síntoma de la falta de confianza en el OEP. Se da por supuesto que una manipulación a gran escala del padrón electoral es una posibilidad real y eso significa que quienes integran ese órgano estatal son personas que no merecen la confianza de la gente.
Esa desconfianza no es gratuita ni está poco fundamentada. Por el contrario, el descrédito del OEP se ha ido acumulando durante los últimos años y se ha multiplicado por la manera desvergonzada cómo el Movimiento al Socialismo se empeña en degradar a esa institución –como a todas las que constituyen el Estado boliviano– a la condición de un apéndice puesto al servicio de sus propios intereses.
En medio de tan funesto panorama para el futuro de la democracia boliviana, hay felizmente una esperanza, pequeña pero esperanza al fin. Consiste en que los miembros de todo el OEP y no sólo del TSE den incuestionables pruebas de su inocencia en este caso, y de su decencia, independencia y dignidad cuando llegue la hora habilitar o no al binomio oficialista.