Medio: El Deber
Fecha de la publicación: jueves 22 de noviembre de 2018
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Nunca pudieron demostrar que el valiente albañil potosino Rafael Chambi hubiera agredido al presidente. Mentira que le arrojara coca. Mentira que escupiera nada. Al presidente ni siquiera le salpicaron agua. La única herida de la autoridad, lo que le sangraba, fue únicamente su desorbitado amor propio. El grito de Bolivia dijo No dolió más que una pedrada. No era fácil encajar el golpe. Hacía falta mucha inteligencia, más honestidad y una buena dosis de valor. El presidente no es capaz de soportarlo, porque sufre algo parecido a una alergia. No puede dejar de lanzar su rodillazo presidencial.
En minutos estaba en la cárcel el que no agredió a nadie y no lo dejaron en libertad ni cuando quedó demostrado que no hubo delito. La causal para encerrar al inocente ciudadano fue el odio del presidente. Para los jueces del Gobierno pesa más que la Constitución Política del Estado. En dos segundos aparecieron fiscales peleles que se peleaban por acusarlo. Sin empacho un juez decidió el castigo. No es nuevo. Sabemos a cuántos tienen absurdamente encerrados y sabemos que quisieran encarcelar a muchos más.
¿Dónde estamos? Pues, aunque cueste creerlo, estamos en el nuevo Estado Plurinacional construido a pulso por Evo Morales, Álvaro García Linera y una ristra de serviles que secundan y aplauden cualquier atrocidad. Este es el cambio logrado por la flamante revolución. Es delito todo lo que no es del agrado del dictador. Es delito hacer pública la verdad o la ley. Es delito gritar el dictamen de la Corte Nacional Electoral. Es delito descubrir la inconsecuencia y la corrupción de los gobernantes. En cuanto el presidente frunce el ceño, corren sus nuevos fiscales con cualquier acusación y los nuevos jueces respaldan sumisos.
Hace doce años que nos prometieron que cambiarían Bolivia. Lo que no nos dijeron es que el cambio iría por este camino. Nunca nos dijeron que pondrían al país entero al servicio personal de las nuevas autoridades. Muchos incubamos ingenuas esperanzas de transformaciones sociales y económicas, pero en la práctica diaria, eso es lo que han construido. Ofrecieron recuperar la dignidad de los pueblos indígenas, pero los apalearon en Chaparina y les robaron sus territorios y sus organizaciones. Ofrecieron oportunidades para los pobres y empobrecieron hasta el límite las escuelas que debían prepararlos para luchar por la vida y descuajeringaron el sistema de salud para que luchen en desventaja. Prometieron impulsar el trabajo y la producción y ahora compramos de afuera la papa, el maíz y la madera, el antiguo tesoro de nuestros antepasados. Ofrecieron un novedoso vivir bien y hemos llegado a ver morir de hambre a nuestros niños. Ofrecieron honestidad y los gobernantes del Estado Plurinacional han dilapidado más millones que todos los gobiernos juntos de la anterior República de Bolivia.
Lo logrado no lo habían anunciado. No dijeron que comprarían aviones para ir a los mundiales de fútbol y a pasear por el mundo con su séquito. No dijeron que las inversiones serían en palacios y museos para ellos. No dieron pistas para que nos imagináramos que preparaban un sistema de justicia para canalizar sus odios y sus venganzas. No dejaron entrever que se prenderían al poder como verrugas. No dijeron en ninguna de sus campañas electorales que su única preocupación, su única auténtica y eficiente lucha sería por la hoja de coca del Chapare.