Medio: La Patria
Fecha de la publicación: miércoles 21 de noviembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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No hay ningún programa político específicamente propuesto para tentar al electorado con alguna novedad que sacuda la conciencia ciudadana y proyecte una alternativa de mejorar las condiciones de vida, porque de eso se trata, tener ofertas que propongan cambios viables en materia de servicios imprescindibles como salud, educación, economía de hogar, seguridad ciudadana y respeto a los derechos humanos, como parte de un programa político debidamente elaborado.
Por supuesto que un buen programa, hará énfasis en el cuidado de los recursos del Estado, su buen uso, la eliminación de los gastos suntuarios, aplicación de una política de austeridad y una lucha frontal contra la corrupción, añadiendo un frente de dignificación del sistema judicial para recobrar imagen, pero sobre todo para recuperar la confianza de bolivianos y bolivianas en la justicia, con respeto de los derechos humanos y de la Carta Magna.
De momento esas opciones no son planteadas posiblemente porque los candidatos consideran que todavía no es el momento oportuno y a la vez que cada quien está esperando que cada cual, lance primero su plan de acción, mientras tanto se distrae al electorado con un despliegue de buenas intenciones.
Entre programas y propuestas está gran duda del electorado en torno a la situación de la oposición, porque en la candidatura oficialista que avanza sin tregua, los planes son ya conocidos, un alargue de doce años de gestión y la continuidad de un modelo que logró varios aciertos, pero también demasiados desaciertos, que se supone serán la base de la promoción opositora.
El hecho es que se cerró el plazo del registro de alianzas, no habrán más de las dos únicas confirmadas, sin embargo, en el orden político e ideológico pueden darse coincidencias que definidas como afines puedan sustentar la decisión de empujar el "carro opositor" de muchas ruedas, pero en una sola dirección. Estamos a 11 meses de las elecciones y en ese tiempo deberían concretarse los acuerdos que no han podido afinarse como parte de alianzas, pero pueden ser una nueva opción de dirigir la atención del electorado hacia mínimos programas de cierta coincidencia electoralista.
Los candidatos, algunos con ciertos problemas como los exvicepresidentes o expresidentes, también exfuncionarios de anteriores gobiernos, o los gobernantes en ejercicio, tendrán un tiempo limitado para limpiar páginas borrosas y mostrar al electorado un proyecto político de interés colectivo que tiente a apoyarlo con la mayor cantidad de votos.
Hay que confiar en que los bolivianos, hombres y mujeres si bien tienen cierta cultura política, rebasan sus buenas intenciones que se traducen en una admirable conciencia política, que es el resultado de haber vivido periodos especiales bajo las condiciones más adversas que vulneraron derechos y destruyeron familias, lo que impone ahora en tiempos democráticos, elegir libremente de entre varios a los mejores candidatos.
Los candidatos deben tener presente este fenómeno social que es parte ineludible del juego democrático para dotarnos de gobernantes que entiendan las urgencias sociales de un conglomerado deseoso de vivir en armonía, con justicia y libertad, con respeto e idoneidad en un esquema renovado de gobernabilidad. De las buenas intenciones hay que pasar a un buen programa político.