Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: miércoles 21 de noviembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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No podía esperarse otra decisión de la Central Obrera Boliviana (COB). Un acto de consecuencia con la historia, con su historia larga, determinaba, casi de forma “natural”, que la máxima organización de los trabajadores respaldara la continuidad del Proceso de Cambio a través de la postulación del binomio Evo Morales-Álvaro García Linera para las elecciones primarias y generales de enero y octubre, respectivamente.
El Proceso de Cambio tiene sus raíces en la historia larga de resistencias de obreros, campesinos, indígenas, fracciones progresistas de la clase media y el campo popular en general, tanto al capitalismo de Estado, a los regímenes militares, como a los gobiernos neoliberales. Frente a ese tipo de gobiernos, la COB levantó en alto las banderas de la independencia de clase. Era correcta la posición pues en todos esos casos se trataba de gobiernos de la burguesía, profundamente conectados a los intereses imperiales en la región.
La COB, ante la debilidad de los partidos de izquierda, durante la mayor parte de su historia tuvo una doble dimensión: sindical y política.
Salvo algunos años de crisis, su vida ha estado consagrada a luchar por las reivindicaciones de los trabajadores de la ciudad y el campo, pero también a levantar en alto el horizonte estratégico del socialismo. Y en un país tan politizado en las bases, su papel en la instalación de la Asamblea del Pueblo en el gobierno de Juan José Torres, en la organización de la resistencia a las dictaduras y en las batallas por el restablecimiento de las libertades democráticas ha sido tan hegemónico que ha tenido la capacidad de arrastrar tras de sí a la inmensa mayoría del pueblo.
Desde la crisis estatal del 2000 hasta el triunfo político-electoral del MAS-IPSP y los movimientos sociales con la conducción de Evo Morales en las elecciones de diciembre de 2005, la COB ha sido parte, a veces de manera contradictoria, de la construcción del sujeto histórico que está llevando adelante la revolución más profunda de nuestra historia. De ese sujeto que de ser bloque dirigente en las calles y las carreteras entre 2000 y 2005, luego se elevó a su condición de bloque de poder desde enero de 2006. De ese bloque que cuenta, como no lo tuvo antes, con el liderazgo histórico de Evo Morales, su afiliado.
Por eso, la COB adoptó con los métodos de la democracia sindical, por unanimidad, la línea de respaldar el liderazgo del presidente Evo Morales y del Proceso de Cambio, lo cual es ser consecuente con su propia historia. Los trabajadores ya no tienen, por ningún motivo, que reivindicar su independencia de clase. La COB no puede ser independiente de su gobierno y de su Estado. Lo contrario sería negarse sus propias luchas.
Los trabajadores organizados saben, sienten de cerca, que la derecha, tradicional en unos casos y camuflada en otros, “pretende resucitar engañando al pueblo”, como dice la resolución que proclama a Evo Morales y Álvaro García Linera como “sus candidatos indiscutibles” para las elecciones de 2019. La COB es testimonio viviente de que nada se consigue sin lucha y batalla. El pueblo está preparado para eso.