A propósito, el hecho de que el pueblo tenga la posibilidad de elegir una terna, le da la posibilidad al elegido de hacerse y hacer respetar esos votos con una actitud de independencia institucional y el valor de no ceder a presiones de politiqueros malacostumbrados, que es lo que se busca con una elección como la de ayer.
Como todo es un proceso, aún faltó mayor racionalización de la responsabilidad con cada hecho electoral, ahora no perdió el Gobierno ni ganaron los conservadores, ganó la desinformación y la confusión; perdió el nulo porque quienes cayeron en esa opción no tendrán la autoridad moral para reclamar con la misma fuerza que un voto contundente le hubiese dado a los nuevos magistrados; y es que el problema no está en la elección del día ‘D’, sino en cómo despolitizar la preselección y cómo hacer que todo postulante sea realmente idóneo. 
Hasta ahora no hay títulos que certifiquen la moral ni la ética de una persona, no mientras la relación social sea de ‘cuánto tienes, cuánto vales’, si la justicia no es exclusiva de los juristas, es un valor que se inculca desde las familias, de nada servirá ningún proceso que garantice una justicia jurídica y menos una justicia social, por eso hablamos de descolonizar y despatriarcalizar las mentes.