Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: lunes 19 de noviembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Hasta en la locura hay cierto asomo de lógica. Parece que no en el MAS que a través de su dueño dice y hace cualquier cosa para regocijar y distraer a los “movimientos sociales”. El curioso lector puede buscar en la prensa nacional las “evadas” del primer mandatario. Acaso se sorprenda hallar perlas con las que este personaje ha ido (des)armando el “proceso de cambio”. Cualquiera, sin tener ni envidiar los 70.000 millones de neuronas vicepresidenciales, puede detectar las boberías enunciadas por Morales; pero nadie, incluso el matemático Vicebachiller del Estado plurinacional, puede igualarle en producir tonterías al cuadrado. Esta “virtud”, aceptada políticamente en el presente, va a perseguir por el resto de sus vidas a masistas librepensadores, si todavía quedan.
He aquí un caso reciente donde el conocimiento y la lógica evistas deslumbran a sus seguidores. Hace un par de días, el primer mandatario “saludó” las declaraciones de Faustino Mendoza, comandante general de la Policía Boliviana, quien, sin vergüenza —¡y a nombre de 37.000 policias!— apoyó y agradeció públicamente la gestión de Morales alabando mejoras como el incremento del número de autos para su institución. Pero, cuando Jesús Juárez, obispo de Sucre, solicitó que el TSE cumpla la Constitución y la voluntad popular (21F), Morales dijo que era una “vergüenza” que la Iglesia (católica) haga política. No se trata de un caso aislado ni de otra “metida nomás”. Al contrario, la lucidez del primer mandatario es asombrosa por su coherencia: sólo para sus seguidores. Alaba a un uniformado de verde olivo y, es “una pena” —son sus palabras— que la “derecha” critique al comandante policial. El uniformado de negro merece su condena entre menciones a armas y leyes, espada y cruz: “Quisieron dominarnos con armas, a veces dominarnos con leyes, a veces incluso con la espada y la cruz”. Tal vez el cardenal Ticona debería inquirir el significado de esa frase tan anacrónica que también le llega a él, un uniformado de rojo y negro.
A pesar de sus opiniones “políticas”, hay muchas semejanzas entre Mendoza y Juárez. Ambos son “uniformados”, pertenecen a instituciones patriarcales y son servidores públicos. Difieren, asimismo, en mucho. Podría escribir sobre su inteligencia, valores éticos, profesionalismo o llunkerio. Los lectores críticos, sin embargo, fácilmente pueden realizar esos contrastes. A mí me interesa la vigencia de la Constitución. Y, a menos que ésta haya sido abrogada sin que la ciudadanía se haya enterado, la milicia (policías y militares) no puede expresar públicamente opiniones políticas por la naturaleza de su función. No es ese el caso de los sacerdotes que, aunque pertenecen a la milicia “celestial”, son libres para manifestar sus preferencias políticas. Es más, su trabajo es propagar su ideología adoctrinando a quienes quieran escucharlos: la religión es la política del más allá y del más aquí.
Los sacerdotes también tienen una ventaja histórica sobre los policías respecto a la democracia. Cuando los policías, cumpliendo órdenes de los mandamases de turno, reprimían a la población, muchos curas y obispos defendían la democracia y los derechos humanos; otros, incluso, ofrendaron sus vidas por criticar a las dictaduras. Es urgente que algún masista librepensante instruya al presidente Morales sobre quiénes fueron Jorge Manrique, Julio Tumiri y Luis Espinal: nuestros pastores, aclaro, en democracia. Vale.
El autor es economista y filósofo