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Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 19 de noviembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Un amigo me dijo: “Yo pondría a Evo y a los de la oposición en un talego y los mandaría al infierno” Es evidente que existen muchas críticas contra Evo y su gobierno, incluso hasta el hartazgo y aburrimiento, pero pocas hay contra la oposición que se las merece igualmente.
Son cerca de 13 años del gobierno del MAS y ninguno de los ocho frentes que se inscribieron en la Corte Electoral tiene elaborado un plan de gobierno o, por lo menos, un conjunto mínimo de sugerencias para hacer un buen gobierno. Algunos amigos de la oposición me dijeron que empezarán a pensar en ello después del 8 de diciembre y que será fácil hacerlo, pues lo único que hay que proponer es lo contrario de lo que hizo el MAS. Esas respuestas son inadmisibles pues sólo muestran improvisación e irresponsabilidad.
En los últimos días, se ha constatado que los representantes de la oposición no captaron el pedido del pueblo en relación con el respeto al 21F y tampoco entendieron en qué consisten las elecciones primarias previstas por ley; en particular, no pensaron que podían juntarse todos ellos para formar una alianza que podría presentar como candidatos más de un binomio. Los militantes que apoyan la alianza podrían haber escogido en las primarias al que los represente mejor.
Sin discriminar por edad, se ha comentado mucho la falta de renovación de los partidos políticos, las críticas se basan en la falta de innovación. La mayoría de los partidos políticos tradicionales no han mostrado actividad intelectual en los últimos tiempos. Sería muy interesante, por ejemplo, que algún medio periodístico les pregunte si han escrito por lo menos un artículo o libro en los últimos 10 años dando a conocer sus ideas, visiones de país y propuestas y no solamente críticas aburridas y repetitivas al Gobierno actual.
La principal función de un partido político es la de constituirse en un primer nivel de elaboración y de análisis de propuestas para resolver problemas nacionales. Entre las muchísimas propuestas que se sugieren a nivel nacional, los partidos tienen la función de seleccionar una de ellas o varias entre ellas para su consideración por el pueblo y su aprobación. Ninguna otra instancia en un país tiene esa función sobre todos los temas nacionales.
Una segunda función de un partido político es la de proponer ciudadanos para la gestión de Gobierno sobre la base de una selección previa de candidatos. Se supone que esta selección es realizada en un marco democrático en el que los candidatos son elegidos por su capacidad de liderato y su capacidad de hacer y ejecutar propuestas. Los resultados de esta primera selección son puestos en consideración de la población en su conjunto a través de las elecciones.
Nuestros partidos políticos no parecen tener conciencia de su función social. Acaban de presentar ocho fórmulas basadas en la sola identificación de algunos líderes conocidos. Estos son un poco más mayores pero tienen las mismas actitudes que antaño. Han sido parcos en dar a conocer sus ideas. Eventualmente, si hubieran hecho algún esfuerzo por la unidad y hubieran lanzado algunas ideas, la población les hubiera prestado su apoyo. No lo hicieron. Es un poco tarde para hacerlo, pero aún es posible. Si siguen como hasta el presente, la posibilidad de una rotación política es improbable.
No tengo claro si la población tiene conciencia de la importancia de tener un buen gobierno. Paul Romer, premio Nobel de Economía, afirma que la ausencia más grande en los países en vías de desarrollo son las ideas y no el capital. En ello coincidió con Hirshman. A este respecto, lo más preocupante de nuestro país no es la falta de ideas, es su escasa evolución.
Desde la Revolución de 1952 no hemos producido nada nuevo. No quiero pensar que se acabó el ciclo de producción intelectual y que es el fin de la historia, en palabras de Fukuyama. Pienso que es sólo un momento de sosiego intelectual que dará lugar a una nueva dinámica dentro de pronto.
Rolando Morales Anaya es economista.