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Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 19 de noviembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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La incorporación de Carlos Mesa al escenario electoral ha dividido profundamente a las plataformas ciudadanas, que durante estos últimos años encarrilaron su artillería hacia la defensa de la democracia y el respeto de los resultados del 21F.
Aproximadamente unas 70 plataformas y colectivos ciudadanos firmaron un acuerdo de unidad para apoyar la candidatura de Mesa, con el fin de luchar por la recuperación de la democracia desde el escenario electoral; sin embargo, muchas, que no firmaron dicho acuerdo, plantean que antes que el escenario electoral debería privilegiarse la resistencia en las calles y luchar por la abrogación de la Ley de organizaciones políticas, y el respeto del 21F, y esperar hasta el 8 de diciembre, fecha en la que el Órgano Electoral dará a conocer si habilita o no la candidatura de Evo Morales y Álvaro García Linera.
En esta línea también se ubicarían los comités cívicos de la mayoría de los departamentos del país, que ya convocaron a una huelga general e indefinida a partir del 6 de diciembre con el fin de presionar al TSE para que inhabilite la candidatura de Evo y Álvaro.
Sin embargo, existe otro segmento de plataformas, más radicales aún, que plantean el desconocimiento total de la Ley de partidos políticos y la no participación de éstos en el simulacro electoral que impulsa el MAS, y acusa a todas las plataformas y demás partidos de traidores a la lucha del 21F. Esto es a quienes firmaron el acuerdo con Carlos Mesa y a todos los demás partidos y plataformas que han manifestado su intención de participar en el escenario electoral.
Muchas plataformas plantean el abstencionismo porque no creen en el simulacro electoral que proyecta el MAS. Manifiestan que si no respetaron el 21F, ¿cuál la razón para pensar que respetarán los resultados de las elecciones? Y no cabe la menor duda de que muchísima razón tienen, nada de lo que haga o diga este Gobierno tiene la credibilidad y confianza para pensar que el proceso electoral se dará en términos democráticos, justos y transparentes; por el contrario, todos sabemos que su simulacro electoral estará marcado por un monumental fraude y, en caso de perder las elecciones, nadie garantiza que entregarán voluntariamente el poder al vencedor de éstas.
Sin embargo, a pesar de todas esas predicciones y razonamientos que encierran muchas verdades, lo cierto es que dejar de jugar en todos los ámbitos que plantea la dictadura masista sería dejar el campo libre para que el partido de Gobierno no solamente tenga los dos tercios del Parlamento, sino tenga el poder absoluto para cambiar todas las leyes que le dé la gana y tener una oposición no solamente dividida, sino fragmentada, tal y como se encuentra en estos momentos la oposición venezolana, que por segunda vez en su historia dejó de participar en las elecciones amañadas y fraudulentas que convocó el chavismo, y cuyos resultados son exactamente los mismos.
Hoy el chavismo tiene todo el poder sin que exista al frente un referente de resistencia, ni en las calles, ni en su Asamblea ni en ninguna otra instancia formal o informal.
Quienes hoy se muestran como los abanderados de la resistencia inmaculada contra el régimen y rechazan todo otro escenario que no sea el de las calles, son funcionales al Gobierno y seguramente muchos de ellos infiltrados del masismo que, bajo atractivos argumentos, se rasgan las vestiduras y creen que la resistencia en las calles es incompatible con la resistencia en las urnas.
Ya en una anterior oportunidad planteamos que el nuevo escenario que se dibujaba a partir de la aprobación de la Ley de organizaciones políticas es el de la resistencia desde dos frentes: el primero en las calles, cuyo protagonismo y dirección debería estar al mando de las plataformas y colectivos ciudadanos; el segundo, el escenario es el electoral, en el que los partidos políticos deberían ser los protagonistas y directores de ese proceso, y que debían hacer todos los esfuerzos por construir un bloque de unidad electoral que resista a la dictadura masista bajo un programa mínimo de transición, en el que la participación de las plataformas debería ser tomada en cuenta en razón de que son los sujetos políticos de este proceso de resistencia y acumulación.
Hoy la lucha y resistencia contra la dictadura, tanto en las calles como en el escenario electoral, bajo ninguna circunstancia son incompatibles o antagónicas; por el contrario, son complementarias y se enriquecen una de otra. Los partidos políticos que deseen participar en las elecciones tienen la oportunidad de sacar a su militancia a las calles y unirse a las plataformas ciudadanas para que se respete el voto ciudadano del 21F.
Por otra parte, las plataformas deben cualificar su lucha y dar un paso más allá de la resistencia callejera y contribuir a la resistencia desde el escenario electoral, con actores nuevos y renovados que oxigenen la política y refuercen la militancia partidaria de quienes sí o sí participarán en las elecciones del próximo año.
Gustavo Blacutt, líder de la plataforma Ciudadanos.