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Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 19 de noviembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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¿Quién no recuerda a Manuel Rocha, aquel embajador estadounidense que atacaba a Evo Morales candidato y pretendía amedrentar a los electores con advertencias de los horrores que le esperaban al país si el líder cocalero se convertía en presidente? Fue tan incisiva su campaña anti-Evo que el efecto fue justamente el opuesto: victimizar al entonces aspirante a Presidente y convertirse él mismo en su principal promotor (Jefe de campaña, lo bautizaron algunos).
Pues como la vida da vueltas, un papel parecido le está tocando desempeñar al ahora presidente Evo Morales Ayma. Después de 12 años en el poder y con la intención de permanecer al mando del país a pesar de que la ley se lo prohíbe y un referendo se lo ha negado, ha optado por el ataque como herramienta de campaña y con ello favorece a sus adversarios.
Desde medios de comunicación hasta analistas son considerados enemigos y para ellos sólo caben epítetos de mentirosos, imperialistas y otros. La crítica y el disenso que -bien acogidos, como cabe en una democracia- podrían favorecerlo, son repudiados.
Ya le ha pasado a este medio, que ha crecido y ganado credibilidad justamente por cumplir nada más que su obligación, que es fiscalizar al poder y alimentar el debate.
Pero, ahora que estamos realmente en campaña política, con candidatos con nombre y apellido, Evo ha elegido la misma estrategia: el insulto y la amenaza.
Justamente en este contexto, hace unos días se produjo un intercambio de insultos de alto nivel. El candidato Carlos Mesa, en el marco de las investigaciones por el caso Lava Jato, sostuvo que los gobiernos que lo precedieron tenían también que dar explicaciones.
“Que acuse a Evo metido con Lava Jato, quiero que presente pruebas sobre Evo. Quiero decirles desde aquí a Bolivia y al mundo, no soy un cobarde ni maleante como Carlos Mesa”, respondió Morales en un tuit en español y en inglés; y conminó al candidato a presentar, en 24 horas, las pruebas o retractarse, porque de lo contrario “tendrá que atenerse a las consecuencias”. Mesa respondió que Evo actúa como dictador y que no le teme.
El intercambio -que hizo las delicias de los medios- recuerda la premisa: el que se enoja pierde. Este y otros ejemplos permiten atisbar un malestar muy grande en el Presidente candidato y su entorno, que los lleva al encono, el insulto y la victimización, lo que lejos de favorecer sus intereses, beneficia a los adversarios.
¿Tendremos a Evo como impulsor del discurso opositor? Quizás sea prematuro decirlo, pero cabe sospechar que el peor enemigo de Evo puede ser el propio Evo en estas elecciones.