Medio: La Patria
Fecha de la publicación: miércoles 14 de noviembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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El 21F le cayó como una maldición. Un yatiri despistado pronosticó un triunfo espectacular; dijo que sacaría cuando menos el 70 % de votos y no alcanzó ni al 50 %. Ante esa fatídica realidad (fatídica para él, claro) tenía dos opciones: aceptar con dignidad la derrota o desconocer la voluntad del soberano. Un demócrata, aunque le duela o no le guste, acepta el resultado y cumple lo prometido; tanto más si, como en este caso, él mismo preguntó si aún le querían. La respuesta fue negativa. Ese pueblo al que tanto invoca en sus discursos suele ser como la mujer que vuelca la espalda. Es inútil insistir.
Es cierto que ya no habrá golpes al viejo estilo de otro tiempo, con ruido de sables en los cuarteles, con tanques y soldados en las calles. Con el "proceso de cambio" eso también ha cambiado; ahora hay otro tipo de golpes. Ya no actúan los plomos ni los verde-olivos, porque ambos ya están en la bolsa azul; además, ahora ya son "hermanos" en la causa contra el imperio. El comandante policial ofreció unos 37 mil votos a la carta. Mayor adhesión, imposible.
"A veces la realidad tiene estructura de ficción", ha dicho un periodista que también había sido escritor: doble oficio. No es raro eso en Bolivia; hay dobles casi en todo. En política, ni qué se diga. Los políticos en general, o por lo menos la mayoría, se dobla y se desdobla según las circunstancias. Son diestros para representar hasta lo que no son.
El golpe que se parece a la ficción, siendo en buena cuenta una realidad, es aquel que apunta a la democracia. Para empezar, la Constituyente era plenipotenciaria, fundacional y originaria. Dejando atrás unos muertos, se aprobó el proyecto en el cuartel de La Glorieta. Pasó por Oruro como un fantasma. En La Paz: "querían hacerme una trampa; yo les hice otra mejor". Para que el legislativo apruebe la convocatoria al referendo, se aceptó contabilizar los años del periodo anterior. La trampa presidencial funcionó. En 2009 nació otro Estado. Nada que ver con la república.
Según la nueva Carta, solo una vez está permitida la reelección, pero "el que manda, manda y cartuchera en el cañón", como decía un famoso general. Una sentencia constitucional habilitó al binomio para ser elegido por tiempo indefinido en 2019. Unos archivos en Costa Rica revelaron que el derecho humano a ser dictador es superior a cualquier otra ley. Caso cerrado. Las proclamaciones van. Solo falta que el próximo diciembre se pronuncie el TSE.
Entretanto, como decíamos, Atila y sus huestes están próximos a llegar. El último golpe anunciado está en marcha. Todo indica que el "árbitro" se doblegará al gesto despótico del poder; obviamente, a cambio de algo. Varios de los exmagistrados del anterior TCP ocupan hoy cargos importantes. Ese es el convenio: cuenta con pago. ¿Qué importa lo demás?