Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 14 de noviembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Con el anuncio de la candidatura de Mesa se ha iniciado la etapa activa y agresiva de esta campaña electoral, que curiosamente ha comenzado con una coincidencia entre los principales candidatos. Tanto a Evo como a Mesa les convino que ese anuncio distrajera la atención de la derrota en La Haya. Ambos se hubiesen disputado la gloria de una victoria y ambos son responsables de haber hecho creer que ella era posible. El olvido conviene a ambos.
No critico a nadie por haber creído en la posibilidad de una victoria. Fue un acto de azkargortismo. Nadie creía que nuestra selección del 94 sería capaz de clasificarse venciendo a los grandes, pero lo hicimos. Con La Haya también, contra toda lógica jurídica, hubo muchos que creyeron que esta vez la victoria era posible. Los errores de amor son de perdonar, dice la Celestina.
Con su anuncio, Mesa ha sacado la cabeza y el gobierno ha comenzado la guerra sucia disparando alegaciones en su peor estilo. Esto era de esperar y dice mucho de Mesa el haberse lanzado como un soldado que sale de la seguridad de su trinchera desafiando la metralla enemiga. A diferencia del soldado, Mesa se obedece a sí mismo: a su conciencia patriótica o a su vanidad histórica, como quiera el lector.
Del escándalo antidemocrático que significa ignorar el resultado del 21F y de la destrucción institucional que implica forzar las decisiones del Tribunal Constitucional y del TSE ya se ha dicho mucho, pero el gobierno es indiferente al costo que pagará el país por esa destrucción y tendremos a Evo candidato con esa mancha que la historia no le borrará. Pero como no la va a leer…
Según las encuestas, Mesa es el único candidato con posibilidades de ganarle a Evo. Habiendo perdido la batalla por la legalidad y el respeto por el voto popular, las fuerzas democráticas han optado por dar la cara en una batalla que no debió ser así, pero si se pelea, es para ganar. Es decir, debemos contemplar el escenario Mesa presidente como una posibilidad.
Un hombre inteligente aprende de sus errores, y yo apostaría a que Mesa no repetiría los que cometió en su primera Presidencia, siempre y cuando salvarlos esté dentro de los límites de natura. No me refiero a inteligencia sino a carácter, coraje y criterio.
Pero si sobre la calidad presidencial de Mesa se puede especular, de la calidad opositora del MAS podemos estar seguros de que será la peor posible. Si era viento cuando el partido era nuevo, esta vez será vendaval, y esto hará amargamente difícil la presidencia de Mesa o cualquier otro. No hay que ceder a ese chantaje, pero el escenario de una presidencia caótica que facilite el retorno del MAS no es halagüeña.
Por otro lado, si se trata de presidencias difíciles, hay razones para creer que la próxima de Evo no sería nada fácil. Si a una imagen cada vez más desgastada, a una economía en contracción, y a un Bolsonaro poco amigo de socialistas reales o fraudulentos, se suma un parlamento con una oposición fuerte, Evo tendría que gobernar en condiciones que hasta ahora no ha probado.
En el escenario de Evo presidente, la necesidad de una oposición parlamentaria fuerte hace preferir que la oposición se divida para sumar número, calidad y diversidad. Si Mesa se lleva todos lo votos de la oposición, tendremos una bancada de un partido inexpresivo bajo un líder de oposición poco probado en esas peleas sucias. Sería preferible una oposición diversa con más de un líder de peso.
La realidad será lo que será y mi bola de cristal es tan mala como la peor, pero prefiero un periodo que termine de revelar la incapacidad y rapacidad del gobierno de Evo y su gula de poder, para que él deje definitivamente el escenario; a una presidencia débil que le devuelva la posibilidad de volver por otros 12 años. No veo en el rango de lo posible ningún escenario mejor en el corto plazo. Es triste.
Jorge Patiño Sarcinelli es matemático y escritor