Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: domingo 11 de noviembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Lejos estamos del pensamiento del dominico Bartolomé de las Casas, que abogaba por los pobres indios; ahora la Iglesia abomina a los indios y los pobres. Claramente son otros tiempos, ayer su carga racista cruel y hoy su aporofobia con los más olvidados, los “privilegiados” por Dios.
Los constantes ataques al Gobierno, a sus políticas, por parte de la jerarquía de la Iglesia católica, nos obligan a sentar posición, porque estos ya no son tiempos de ovejas, ni rebaños, son tiempos de rebeldía y de reformas; la impunidad de este partido político llamado Conferencia Episcopal debe tener límites, y si creen que son la conciencia mayoritaria del país, preséntense a elecciones y que el pueblo decida su futuro.
El pueblo católico que ha hecho posible este cambio de época en Bolivia, no cederá fácilmente a estos agoreros de la muerte. ¿Qué busca el partido Episcopal, sino el retorno del neoliberalismo? No seamos ingenuos, sus acciones políticas tienen una gran coincidencia con las declaraciones de Sánchez Berzaín, que posiblemente les provee de algún material para sus discursos.
En política y religión no existen las coincidencias, sino la estricta planificación de los actos y discursos, y ya es bastante el tiempo que la Iglesia viene planificando y obrando para debilitar este proceso.
¿Qué ha pasado para que la Conferencia Episcopal Boliviana desate el infierno y deje libres a los jinetes del Apocalipsis? No pueden asumir que el Estado laico es una decisión del pueblo, no pueden asumir que los indios ya no son ovejas de un rebaño formado hace más de 500 años, no pueden asimilar que las mujeres tienen los mismos derechos que ellos y el decidir sobre sus cuerpos, cosa que muchos sacerdotes no hacen y violan los cuerpos de otros.
Hablando de moral, ¿le queda alguna a esta jerarquía que no se fija en la viga que tiene en el ojo? No debemos olvidar que los curas son seres humanos igual que cualquiera, que tienen la misma biología y tienen las mismas ambiciones, los mismos prejuicios y odio natural hacia los que considera “inferiores”.
Existen muchas evidencias de los curas-patrones en todas las parroquias rurales, yo mismo he visto la actitud de uno en el norte de La Paz, nadie me lo contó.
Nosotros, militantes de la opción por los pobres y seguidores de los curas mineros, los curas obreros, los curas campesinos, conocemos la diferencia entre estos verdaderos cristianos y los otros que, sentados en sillas de cuero y con toda una burocracia a mano, se dedican a defender intereses de los ricos, de los fascistas, que disfrazados de defensores de la democracia esconden sus cucuruchos del Ku Klux Klan, esos son los oscuros tratos que justifican esta furibunda arremetida contra el Gobierno.
La Conferencia Episcopal ha dejado de lado su misión de ser portadora de la buena nueva y hoy es portadora del mensaje oscuro y tenebroso de la restauración fascista en el continente.
No puede quedar duda de a quiénes sirve esta jerarquía, que bien puede ser calificada de farisea, de sepulcro blanqueado, de raza de víboras, de ¡hipócrita!, como hace 2.000 años lo señaló el carpintero de Nazaret.