Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: viernes 09 de noviembre de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Evo Morales siempre está en campaña y esa no es ninguna novedad; sin embargo, mientras más se acercan las justas de 2019, el MAS intensifica el proselitismo y, lo que es peor, lo hace con recursos públicos.
Un reciente informe de Página Siete encontró que la imagen de Evo Morales aparece hasta en la leche, literalmente, puesto que su rostro está en los envases de lácteos del subsidio prenatal y de lactancia entregado a las madres. Si el subsidio tuviera un ítem de sopa, Evo estaría “hasta en la sopa”, como reza un dicho popular.
Ya es censurable que la imagen de Evo se luzca en cada obra financiada con recursos del Estado, pero es más censurable que productos y servicios pagados directamente por el consumidor lleven la foto del mandatario.
Un ejemplo de este sinsentido es el refrigerio que reparte la línea aérea BoA, por el que el pasajero paga un monto específico. Es decir, paga por el boleto, que incluye ese refrigerio. El equivalente sería comprar una Coca-Cola y que ésta venga con la imagen de Donald Trump porque se trata de una franquicia estadounidense.
Otro caso absurdo es el de las computadoras Quipus que se ofrecen en el “supermercado estatal” y que llevan la imagen del mandatario. En un paralelismo sería como comprar una computadora Samsung que venga con la cara del presidente surcoreano, Moon Jae-in, porque esa industria está situada en su país.
Y, sin ir muy lejos, el mismo subsidio para las madres es un caso parecido porque no es pagado por el Estado, sino por las empresas a las que pertenecen los y las trabajadoras. El Estado, en este caso, es apenas un intermediario entre las empresas que venden el producto y las madres beneficiarias. ¿Por qué, entonces, tendría que ir la imagen de Evo Morales en la leche, en el fideo, en el jugo, en la quinua o en el azúcar?
Hace algún tiempo, la ABC sacó una circular para que la imagen de Evo sea ampliada hasta copar el 50% de cada valla. Así ocurrió, pero no solamente con las gigantografías de las carreteras, sino de todas las acciones y obras del Gobierno, entre ellas, el teleférico, que tiene grandes anuncios con su foto en sus nuevas estaciones y una imagen de él en cada cabina.
La diferencia es que ahora, la foto del Presidente no sólo va en obras estatales, sino también en productos de venta al público. ¿Será posible que no haya quién frene semejante abuso? El TSE tendría que pronunciarse, pero seguramente dirá que aún no se convocó a elecciones y que, por tanto, no hay ninguna campaña que regular. Mientras tanto, el MAS extiende su campaña de las obras estatales a los productos pagados directamente por los usuarios.