Medio: El Día
Fecha de la publicación: miércoles 07 de noviembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Empezarán las escaramuzas de mentiras y verdades, ataques y contra-ataques furtivos de los candidatos danzarines al mejor estilo de las damas árabes con su erótico baile del estómago capaz de despertar la lujuria de los vivos y de los muertos. Aparecerán globos de ensayo y un abanico de aspirantes a ocupar un escaño en la función pública. Los posibles candidatos que emergerán de las elecciones primarias en nuestro país, deben tener un proyecto socioeconómico, laboral, cultural y político de servicio público.
Un candidato político debe ser coherente y entender las diversas realidades del país para desechar lo malo y construir puentes sustentables hacia un estándar de vida mucho mejor. Los futuros candidatos, no deben crear falsas expectativas y esquemas mitómanos, porque es la crónica ridícula de la demagogia pérfida y hostil que trafica con los anhelos del pueblo que desea una sociedad con más justicia social.
Cuando un candidato no cumple lo que ha propuesto en las campañas proselitistas, consigue el desprecio del pueblo. Ellos, se convierten en serios intelectuales de la mentira que crearán anticuerpos nocivos resquebrajando el buen funcionamiento de la administración pública. Por eso, todos los gobernantes deben ser verdaderos estadistas al dictar políticas públicas, porque de lo contrario provocarán un polvorín social de protestas y confrontación.
El drama en la mayoría de los países del mundo, es que, aquellos que son elegidos por el voto popular, traicionan sus ideales de servir a la gente de forma pronta, eficiente y oportuna y, hacen de la función pública un crimen organizado con afectación de los bienes del Estado que, por derecho propio le corresponde a toda la población, y, no a pequeños grupos palaciegos que danzan al compás de acciones ilegales. La corrupción delincuencial es muy perjudicial, porque coarta el derecho a tener más obras públicas y, cercena la inversión pública. Los que ejercen y ejercerán un cargo público, deben hacerlo con dignidad, porque cumplen un mandato del pueblo y están sometidos al control social de la sociedad civil organizada. La política es una actividad humana regida por la moral y eficiencia. Por eso, las personas que desempeñan una función pública, deben hacerlo con honestidad y responsabilidad. La salud democrática de un país depende de la cortesía ética y moral de sus habitantes, así como el respeto y sometimiento a la ley de los ciudadanos y de todos los candidatos políticos que serán las futuras autoridades del Estado Plurinacional de Bolivia.
Vicerrector de la UAGRM.