Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 28 de octubre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Yo escupo, tú escupes, ellos escupen, nosotros escupimos... De pronto los bolivianos hemos empezado a conjugar el verbo escupir porque algunos ciudadanos están expresando su hartazgo y su intolerancia con el lado contrario con su saliva.
El que inauguró el escupitajo como forma de protesta fue el exmagistrado Gualberto Cusi, que en un arranque de ira, cuando era enjuiciado en el Senado, lanzó su secreción bucal contra el masista Víctor Borda.
La siguiente en hacer uso de su saliva fue la diputada del MAS Juana Quispe, que lanzó un bolo de coca al diputado Gonzalo Barrientos cuando se terminaba de anular el Código del Sistema Penal. Acto seguido tiró un escupitajo contra la diputada Shirley Franco, también de la oposición.
Quispe, que es conocida por su carácter agresivo y su carencia de argumentos, fue designada como presidenta de la Comisión de Ética de la Cámara de Diputados, la instancia que debería procesarla a ella por ese acto bochornoso.
El más reciente escupitajo fue de más alto vuelo, pues apuntó directamente al vicepresidente Álvaro García Linera. Ocurrió en la Clínica Foianini, de Santa Cruz, donde el mandatario acudió para visitar a los heridos producto de una explosión de un ducto de YPFB. La acusada de esa acción, una mujer de apellido Foianini, de inmediato fue denunciada ante la justicia.
El dirigente de las juventudes del MAS Rolando Cuéllar activó un proceso por el delito de discriminación y racismo, que se sanciona con tres a siete años de cárcel.
Lo primero que hay que decir es que un escupitajo no debería ser considerado un delito, aunque sí un hecho bochornoso, en el que prevalece la intolerancia frente a los argumentos. Por tanto, hablar de penas de cárcel es un exceso de autoritarismo y de una cultura punitiva que se ha instaurado en el gobierno de Evo Morales.
Y, lo segundo también importante en este caso es que el MAS, como siempre, utiliza la ley y la justicia para sus fines y mide a los acusados con diferentes varas.
Si un escupitajo de la señora Foianini es delito, también debería serlo el de la señora Quispe. La saliva de una y de otra significa desprecio a la otra persona.
Democracia es tolerancia, pluralismo, debate de ideas, exposición de argumentos, respeto del disidente. El escupitajo representa exactamente lo contrario, venga de donde venga.
Pero, hay otros escupitajos, no precisamente de saliva, que son más despreciables, por ejemplo, el irrespeto a la Constitución y las leyes, la persecución de los disidentes, las presiones a la prensa, el uso de recursos públicos en campaña electoral. Nuestra democracia sería mejor sin ninguno de los dos tipos de escupitajos.