Medio: El País
Fecha de la publicación: viernes 26 de octubre de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Pese a muchas críticas formuladas desde la sociedad civil, no se puede negar que el Tribunal Supremo mantenía por lo menos un intento de equilibrio entre su carácter de Supremo y sus difíciles relaciones con un Órgano Ejecutivo cuyo Presidente ya había llegado a formular que la división de poderes fue un invento del Imperio Norteamericano… Una muestra de esa actitud consecuente del Tribunal Supremo Electoral fue el Referéndum del 2016, donde se contabilizó los votos tal como fueron depositados (y en contra de las expresas afirmaciones del Vicepresidente en el sentido de que a escrutinio terminado el triunfo del Sí era seguro).
Katia Uriona tuvo también el valor de expresar su desacuerdo con la Ley de Elecciones Primarias (una copia casi cómica del sistema electoral de los Estados Unidos), o al menos con su aplicación inmediata, y tuvo el valor de afirmar que “los resultados del 21F son vinculantes”; pero mostró la limitación de su coraje cuando afirmó a continuación que la resolucion al respecto del Tribunal Constitucional “también es vinculante”, afirmación inaceptable, dado que el Tribunal Constitucional nunca tuvo atribuciones para modificar la Constitución; por el contrario, su función elemental es velar por que ninguna ley ni decreto vaya en contra de la Constitución. (Al respecto no deja de ser ilustrativo el dato de que los ex miembros de dicho Tribunal están siendo contratados en puestos importantes del Ejecutivo…)
A partir de esa actitud entendemos también que la Presidenta del Tribunal Supremo Electoral haya renunciado porque en dicho Tribunal hay un empate que impide la toma de decisiones, y no haya sido más drástica en expresar que renuncia porque no quiere ser manipulada por el Órgano Ejecutivo…
En todo caso el resultado es dramático, dado que ahora dicho Tribunal tiene una maoría de vocales obedientes, mayoría que ahora se verá reforzada con el nuevo vocal que nombrará directamente el Presidente del Estado. Por tanto se confirma que en nuestro Estado Plurinacional ya no hay división de poderes, diga lo que diga la Constitución vigente. El Poder u Órgano Legislativo hace tiempo que se limita a obedecer instrucciones del Ejecutivo (al respecto ya propuse hace tiempo que nos ahorremos los enormes gastos del Legislativo y lo sustituyamos por un Ministerio de Asuntos Legales. De la misma manera podríamos proceder ahora con el Órgano Judicial (que podría ser sustituido por un Ministerio de Asuntos Judiciales), y lo mismo con el Órgano Electoral. Y de paso con ese dinero se podría cubrir los gastos de nuestros enfermos de cáncer.
La división de poderes (que no fue un invento norteamericano sino de la Revolución Francesa, cuna de la democracia moderna) es esencial para el funcionamiento formalmente democrático de un Estado. Tampoco es una garantía de democracia real, pero al menos se lo pone difícil a quienes van adquiriendo tendencias autocráticas. En todo caso es importante que no nos engañemos, compañeros y compañera del Gobierno, la concentración de poder se acaba pagando caro, y más en un país como el nuestro que —precisamente gracias a su convulsionada historia— tiene nomás una gran sensibilidad democrática (y si no, que le pregunten a Goni, que pretendió reirse de esa sensibilidad y tuvo que escapar como un delincuente).
Volvamos a la razón y al realismo político, recompongamos la división de poderes, cumplamos la decisión del Referéndum del 2016, y pensemos seriamente en el futuro, ya que el presente se nos ha vuelto por lo menos incierto. Ukhamau!