Medio: Correo del Sur
Fecha de la publicación: miércoles 24 de octubre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Hay algo que comparten políticos en campaña y matrimonios mal avenidos. Mientras que los primeros tratan de mostrar una imagen contraria a la negativa que tienen, los segundos declaran su amor eterno a través de Facebook y otras redes sociales cuando en la casa se disparan los adjetivos y vuela la vajilla.
En tiempo electoral, los políticos conocen sus puntos débiles que siembran dudas en el electorado y atacan por el lado contrario. Recuerdo a un candidato municipal de oposición, con apenas margen de maniobra política, que no se fatigaba en repetir que tenía una gran capacidad de gestión cuando todos sabían que iba a ser bloqueado por el partido dominante, si era electo alcalde. Otro que pasaba de independiente, pero cuyos lazos eran evidentes con el oficialismo no dudaba en hacer críticas arriesgadas para ser una voz valiente y desafiante a la hegemonía política, para conquistar a electores hartos de la línea oficialista.
En Brasil, el ultraderechista Bolssonaro jura y perjura que es un demócrata ante los ataques de sus detractores que le acusan de admirar a las dictaduras, mientras que su rival Haddad trata de escapar al lastre de la corrupción que ha enlodado a su partido, el PT, cuyo líder histórico cumple sentencia de cárcel por ganancias ilícitas aprovechando su rango presidencial.
Está claro que la imagen negativa tiene una fuerte incidencia cuando el elector decide su voto. En general, el votante sopesa la información positiva con la negativa para dar su respaldo en las urnas. Algunos como Donald Trump son directos y contundentes al trata de cambiar lo negativo en positivo. Ante las reiteradas opiniones de su incapacidad para ejercer el cargo político de mayor poder y responsabilidad del mundo, afirmó sin sonrojarse que él es una persona lista e inteligente, nivel genio, según su propia valoración.
En los albores de un nuevo ciclo electoral en Bolivia, ya vamos viendo los primeros intentos políticos para tratar de volcar la imagen negativa en positiva, así la oposición tratará de verse como unida ante la división y el oficialismo tratará de ganar legitimidad a todo nivel ante las dudas sobre habilitación legal y democrática de sus líderes. Es decir, como en las relaciones iniciales del noviazgo, los políticos tratan de ocultar los defectos y magnificar las virtudes incluso negando los primeros.
Y es que la opinión pública es muy importante y por eso que el cuidado de la imagen es tan importante en política como en la vida social y familiar. En los matrimonios en crisis la dinámica suele ser parecida, por cuanto la pareja en descomposición trata de aferrarse al Facebook y aparentar ante su círculo social que son felices, como un mecanismo de presión interna para evitar el desenlace fatal de la separación.
Como alguien dijo, la política es un juego de espejos que se hace más intenso en época electoral y con las redes sociales hasta los ciudadanos comunes se han convertido en publicistas de hecho, muchas veces con temas que solo deberían ventilarse en el circulo íntimo de la familia.