Medio: El Día
Fecha de la publicación: martes 05 de diciembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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El primer mandatario se acostumbró a los triunfos aplastantes de sus primeros años en el poder, comenzando por el histórico 53 por ciento obtenido en diciembre de 2005. Lo suyo fue una sucesión de golpes de urna que se acabaron en las elecciones generales del 2014, cuando ganó por tercera vez la presidencia con un 61 por ciento de la preferencia. Otras victorias destacables de los “años de oro” del proceso de cambio fueron el referéndum revocatorio de 2008 (67 por ciento), las elecciones generales de 2009 (64 por ciento) y el referéndum constitucional de ese mismo año, con un 61 por ciento de votación a favor del oficialismo.
De ahí viene el gran dolor y decepción del MAS, cuando en febrero de 2016 la población boliviana le dijo “NO” a una nueva repostulación, decisión soberana que ha sido ignorada por los miembros del Tribunal Constitucional que han decidido dar vía libre a la reelección indefinida, a través de una extravagante interpretación del Pacto de San José de Costa Rica.
Un antecedente de esa derrota producida el año pasado, se dio en 2011 con la primera elección judicial, un proyecto refundacional del Gobierno que apenas obtuvo el 42 por ciento de apoyo, mientras que el 58 por ciento se inclinó por el voto nulo (42,60%) y el voto en blanco (15,07%).
En otras palabras, Evo Morales perdió cada vez que quiso torcer las leyes y la constitución o en todo caso, imponer un proceso tan amañado como la elección de los magistrados, cuya única función es legalizar lo ilegal (“para eso han estudiado los abogados”) como ha sucedido con el fallo reciente que deja al país sin estado de derecho y a merced de cualquier determinación dictatorial que emane de los dueños del poder.
Ayer se ha producido un número muy cercano a ese 70 por ciento que hace soñar al presidente pero en dirección contraria. Se trata del 66 por ciento de votos blancos nulos que se pronunciaron no solo en contra de la elección de militantes masistas para conducir los máximos tribunales de justicia del país, sino también contra la figura del presidente y sus apetitos políticos que parecen no tener límites.
Los votos nulos han superado los números del 2011, pues en promedio han superado el 50 por ciento en todo el país y en algunas regiones como Santa Cruz y La Paz (las más contundentes), se acercan al 60 por ciento, expresando de esa manera un rechazo que no puede ser desconocido por los gobernantes, que deberían entender estos datos como un cuestionamiento a su propia legitimidad y por supuesto, a la legalidad de las personas que han sido elegidas por cifras ínfimas que son un insulto a la democracia. Seguir desconociendo estos mensajes que expresa la población de forma pacífica y democrática, es seguir desafiando la paciencia y provocando situaciones que nadie quiere repetir. La historia es implacable.
Evo Morales perdió cada vez que quiso torcer las leyes y la Constitución o en todo caso, imponer un proceso tan amañado como la elección de los magistrados, cuya única función es legalizar lo ilegal.