Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: martes 05 de diciembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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EDITORIAL
Un silencio preocupante sobre la democracia en Honduras
En varias oportunidades hemos destacado la valiente actuación del secretario general de la Organización de Estados Americano (OEA) en defensa del sistema democrático en la región. Particularmente su clara posición respecto a la cúpula militar-familiar que gobierna Venezuela, ha generado una generalizada adhesión, salvo, obviamente, la de aquellos gobiernos afines, por ideología o interés concreto, a Caracas.
Sin embargo, ha generado preocupación el silencio que esa autoridad mantiene respecto a lo que está pasando en Honduras, donde hay serias denuncias de fraude electoral. Varios sectores de la población han salido a las calles, en las que se ha producido un muerto, y que a una semana de realizada la elección, sus autoridades electorales aún no puedan anunciar los resultados oficiales.
El silencio es más preocupante aún si se considera que la OEA tiene una misión de observación electoral en Honduras que probablemente cuenta con suficiente información para poder emitir una alerta que impida, por un lado, que pudiera concretarse un presunto fraude, si estuviera en marcha, y, por el otro, que se ahonde la confrontación interna, más aún si ese país, como otros de la región, ostenta peligrosos datos sobre ejercicio cotidiano de violencia.
Por ello es necesario insistir en que en el tema de la defensa de la democracia, uno de cuyos pilares es la realización de elecciones transparentes para elegir a sus autoridades, es fundamental ser consecuentes con los principios. Es decir, lo que se debe exigir y garantizar que se respete la voluntad mayoritaria de la población, sin importar la corriente ideológica de los candidatos.
Sólo en la medida en que actúe con el mismo rigor en unos y otros casos, la OEA mantendrá el prestigio que ha adquirido desde que la democracia se expandió en la región y el organismo bilateral dejó de ser un instrumento de las dictaduras militares, proceso de recuperación que ha costado mucho esfuerzo y constancia.
En ese contexto, el secretario general de la OEA debe pronunciarse con claridad sobre lo que está sucediendo en Honduras e instruir a su misión de observación electoral como corresponde. Así se ayudará al pueblo hondureño a seguir por la senda de la vida democrática y la OEA podrá mantener la autoridad moral indispensable que le permita seguir evaluando el estado del sistema democrático en la región, en plena sujeción a las normas que la dirigen.