Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 21 de octubre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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El MAS insiste en ofrecer, vulnerando todo principio ético, jurídico y democrático, su “proceso de cambio” que no ha podido cambiar ni siquiera a la dupla gobernante en más de 12 años. Votar por votar y siempre por Evo es la única propuesta democrática que tiene: “Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”, (Einstein).
La oposición no es ajena al concepto de la democracia limitada al proceso electoral. Apresurada y con entusiasmo acepta el reto de las primarias (que legitimiza la candidatura Morales-García), presente griego del cual se arrepentirá más temprano que tarde. La trampa-primaria del MAS es tan efectiva que comienza a diluir el objetivo central de la coyuntura democrática: respetar el referéndum del 21F. También ha logrado resucitar a varios cadáveres políticos y, sobre todo, que ambiguos opositores complacientes y, en algunos casos aliados de Morales, se crean, cada cual con exclusión de los demás, los elegidos para “reconquistar” la democracia y construir un “país nuevo”: prolongación y retorno de los caudillos. Jocoso si no fuese preocupante.
Bolivia espera otra cosa. Cualquier solución (continuidad) democrática tiene que pasar por respetar la Constitución (ley de leyes) ratificada por los resultados del 21F, ya que, ¿para qué, entonces, el propio MAS diseñó la Constitución y llamó al referéndum? Se equivocan aquellos que piensan que el 21F divide al país. La polarización tampoco proviene del grosero fallo del Tribunal Constitucional ¿acaso antes no existía el “empate” catastrófico? La polarización, lamentablemente, deriva de la poca cultura y práctica democrática de nuestra sociedad. Por eso, la renovación en el oficialismo y en la oposición es una condición necesaria para fortalecer la débil democracia que todavía tenemos. Lo contrario es seguir jugando a votar por votar a gusto y sabor de caudillos bárbaros o letrados: lo mismo aunque se disfracen del “mal menor”.
¿Qué hacer ante este panorama donde la “innovación” es el continuismo y la “renovación” el pasado que vuelve? El expresidente Carlos Mesa, al referirse al tema marítimo (fracaso en La Haya), expresó, con aparente sentido común, “la necesidad de un nuevo escenario y de nuevas personas” para tener éxito en ese tema. ¿Tan difícil es aplicar su razonamiento al proceso democrático?
Un verdadero pacto por la democracia requiere buena voluntad y desprendimiento. Cumplir las leyes vigentes, por una parte y, por otra, ejercer valores éticos. Que Evo Morales otorgue una amnistía irrestricta a los perseguidos políticos ¿sabe alguien cuántos son? y retire su ilegal e insensata candidatura, escucharía al pueblo. Los ex mandatarios y políticos reciclados tendrían, a su vez, que declinar sus candidaturas: el “canto” del pueblo es el mismo para ellos. Tal vez así las nuevas generaciones del MAS y de la oposición podrían reencontrarse para construir una nueva Bolivia clausurando un pasado de intolerancias y enfrentamientos que ya ha hecho demasiado daño: No al prorroguismo y no al caudillismo. Lo pasado que quede en el pasado. Pero no. Mi propuesta está condenada de antemano por la “realidad” y la (des)mesura de nuestro sistema político. Oficialistas y opositores van a hacer valer sus “derechos humanos” de ser candidatos, forzando al pueblo a votar: sólo a votar. El pacto por la democracia –señalo lo inevitable– va a reducirse a que cada cual luche por lo que considera justo; y, como decía mi abuela, en quechua, “que Dios reconozca a los suyos”. Vale.
El autor es filósofo y economista