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Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 21 de octubre de 2018
Categoría: Organizaciones Políticas
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“Se busca sigla con personería jurídica de segunda, tercera o cuarta mano, no importa el nombre o doctrina bajo la cual se halle registrada”. Ése bien podría ser el anuncio honesto en algún espacio comercial boliviano, en el hipotético caso de que fuese legal. Lo cierto resulta que, desde hace décadas, quienes preservan una sigla en los registros del hoy Organismo Electoral Plurinacional (OEP) guardan un discreto encanto político. De hecho, el actual partido en funcionesgobierno, autodefinido como izquierdista y antimperialista, adquirió la suya a una escisión de la ultraderechista Falange Socialista Boliviana.
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El Movimiento Al Socialismo (MAS), hasta 1997, era parte de un frente de organizaciones de izquierda, la Izquierda Unida (IU). Pero, cuando se vio urgido de encarar una nueva campaña y se quedó sin sigla, no le cupo otra que pactar con David Añez Pedraza. El exdirigente falangista era entonces cabeza del legal y minúsculo MAS-U (Movimiento Al Socialismo Unzaguista). Esta organización reivindicaba las ideas del principal caudillo falangista (Oscar Unzaga de la Vega), afines al fascismo español.
Según diversas fuentes, tras los acuerdos, la presidencia vitalicia del partido para Añez y un monto de 10 mil dólares, pudo utilizar esa sigla. De ahí que sus colores azul, blanco y negro resulten extraños a los tradicionales de la izquierda latinoamericana (generalmente tonalidades rojas y negras). Se asegura que tres hoy ex dirigentes masistas tramitaron el acuerdo que fue concretado en una casa del paceño barrio de Miraflores. Añez falleció en 2010.
Cosas del destino. Su, al parecer, principal oponente en la actual etapa electoral debió asumir una decisión parecida, no se sabe en qué términos. La agrupación liderada por el expresidente Carlos Mesa Gisberth llegó a un acuerdo con el sobreviviente y físicamente reducido Frente Revolucionario de Izquierda (FRI). Se trata de un resabio de lo que hace 40 años constituyó una poderosa y desafiante alianza de organizaciones socialistas. Pero aquella criatura política duró menos de dos años antes de inaugurar la era del pragmatismo político que agita el juego cuasi discrecional de siglas.
ORIGEN CON MÍSTICA Y FIGURAS
“El FRI se conformó en los finales de la dictadura del general Hugo Banzer —dice Walter Villagra, el actual secretario general del partido—. En el Encuentro Nacional de la Izquierda Boliviana, organismo que fue convocado el 23 de abril de 1978, en el teatro Variedades de la ciudad de La Paz. Ahí asistimos 820 delegados más observadores e invitados. Se constituyó en el acontecimiento político más importante de la época. Se planteó una declaración de principios, un estatuto orgánico y un programa de gobierno”.
En aquella cita estuvieron presentes personajes históricos de la política nacional. Es el caso del mítico líder sindical Juan Lechín Oquendo y de la expresidenta Lidia Gueiler Tejada, como cabezas de dos fracciones del Partido Revolucionario de la Izquierda (PRIN). Fue también una de las figuras centrales el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML), de orientación maoísta, liderado por Oscar “Motete” Zamora Medinacelli. Además, entre varias otras fuerzas, participó Vanguardia Obrera (VO), que era encabezada por Filemón Escobar.
Gueiler fue la primera presidenta del FRI y, dos años más tarde, la primera presidenta de Bolivia. Cuatro meses antes, en diciembre de 1977, otra militante del naciente FRI, Domitila Barrios de Chungara, había sido una de las protagonistas centrales de una gesta histórica: la huelga de hambre que recuperó las libertades ciudadanas y doblegó a la dictadura. Domitila, en junio de ese año, sería la primera mujer candidata a la Vicepresidencia de la República de la historia. Hizo un singular binomio presidencial con el dirigente campesino Casiano Amurrio, en representación del FRI.
“El FRI tenía varios cuadros muy valiosos —dice un exdirigente universitario—. Especialmente ‘los chinos’ (PCML) y ‘los troskos’ (trotskistas de varias tendencias) eran gente con mucha mística y preparación, sacrificaban todo por sus ideales. Tenían estructuras muy bien organizadas que databan de cuando los del PCML habían intentado ser una fuerza guerrillera combatiente”.
UN CAMBIO RADICAL
Aquellas elecciones fracasaron por un fraude mayúsculo urdido por la dictadura militar y un subsecuente golpe de Estado. Tras dos cambios de gobierno, nuevas elecciones fueron convocadas por el gobierno del general institucionalista David Padilla Arancibia para junio de 1979.Y entonces el Frente Revolucionario de Izquierda, que ya había sufrido varios desgajamientos, hizo gala de la primera acrobacia del pragmatismo político: desató una sorpresa generalizada cuando se alió a un frente de centro derecha encabezado por el Movimiento Nacionalista Revolucionario Histórico(MNRH) de Víctor Paz Estenssoro.
Desde entonces, ésa fue su más destacada característica y generó un efecto contagio a varios otros partidos otrora radicales de izquierda. El FRI se alió con pares ideológicamente cada vez más extra polares. Fue parte de tres gobiernos de la denominada era neoliberal. Sus militantes siempre han justificado dogmáticamente aquellas alianzas.
“A mitad de la década del 80, el mundo creyó que el marxismo había caído junto con el muro de Berlín —dice Villagra—. Pero nosotros, como maoístas, consideramos que la ley marxista siguió y sigue vigente. Lo importante es que esta ley universal sea puesta en práctica a través de la realidad concreta que vive cada país. Hay que tomar en cuenta el análisis concreto de la realidad concreta en tiempo y espacio”.
LAS MIELES DEL PODER
Bajo esa lógica y acomodos en diversos frentes de diversa tendencia, el FRI llegó a ocupar también diversos espacios de poder. Incluso en 1993 su principal ejecutivo Oscar Zamora Medinacelli postuló a la vicepresidencia haciendo binomio con el exdictador Hugo Banzer Suárez. A lo largo de casi 16 años, el líder del FRI fungió como presidente del Senado Nacional, ministro de Trabajo, alcalde, prefecto del departamento de Tarija y embajador en China.
“Aún cuando llegaron al Ministerio de Trabajo tenían gestos de sus tiempos mozos —dice el exdirigente universitario—. Era 1989 y se esmeraron en forjar incrementos salariales para sindicatos importantes y combatientes, también establecieron el fuero para los dirigentes sindicales. Tenían sus nostalgias, tal vez las últimas”.
Fueron tiempos en los que también el destino quiso que el FRI aporte a su último mártir. En noviembre de 1986, Edmundo Salazar, el diputado del Frente Revolucionario de Izquierda fue asesinado en Santa Cruz. Salazar presidía la comisión congresal que investigaba el complejo caso Huanchaca y había descubierto hilos que conducían a las agencias estadounidenses de inteligencia.
Pero más allá, la nueva era y faceta del FRI también derivó en su paulatina reducción. Cuando, a principios de los años 2000, el sistema neoliberal de partidos colapsó, el Frente Revolucionario de Izquierda se replegó a realizar campañas en algunas células regionales supervivientes. Entre 2006 y 2010 respaldó al exdiputado movimientista Mario Cossío en sus candidaturas para la Gobernación de Tarija. En 2014, para las elecciones presidenciales, pactó con el partido del empresario Samuel Doria Medina, Unidad Nacional (UN).
¿RESURRECCIÓN POLÍTICA?
En noviembre de 2017, falleció Motete Zamora, y algunas voces consideraban que con él desaparecía el FRI, pero resultaron acalladas hace tres semanas. “En los últimos años hemos participado en elecciones municipales y para asambleístas en Chuquisaca —cita Villagra—. En otros casos hemos sido parte de alianzas”. Esa tozudez electoral les significó la clave no sólo de supervivencia, sino de probablemente de renacimiento. Al ser parte de las justas preservaron una de las nueve personerías jurídicas de partidos que hoy son reconocidas legalmente. El 1 de octubre de 2018, la sigla del FRI arropó al candidato, sin partido, mejor ubicado en sondeos y encuestas, Carlos Mesa, para hacer frente a los candidatos del MAS.
Pero, para variar, Mesa difícilmente ha comulgado alguna vez con los principios ideológicos que el FRI tiene registrados desde hace décadas. “El FRI se convirtió en los últimos años casi en un partido fantasma y ahora está buscando recuperar una segunda vida —ha dicho el politólogo Jorge Lazarte—. Para que ello ocurra debe olvidar sus orígenes. No será partido de izquierda ni tampoco de derecha, eso está por definirse”.
Pero, para efectos legales, lo que importa resulta la personería jurídica reconocida. Quién sabe si, como en el caso del MAS, el inicio de una nueva etapa política boliviana, tenga como base una sigla postiza.
¿TARIJA, EL PRIMER NUEVO BASTIÓN DEL FRI?
Cuando Carlos Mesa fue presidente de Bolivia, un asesor cercano resultó Adrián Oliva Alcázar, el actual gobernador de Tarija. Oliva, entre 2003 y 2005, fue viceministro de Gobierno. La relación entre ambos políticos ahora no queda ahí. José Hugo Oliva Sfarcih, el padre del Gobernador, entre fines de los 70 y mediados de los 80, fue dirigente del PCML – FRI.