Medio: Opinión
Fecha de la publicación: martes 05 de diciembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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OJO DE VIDRIO
¿Democracia o notables?
La participación masiva del voto popular en las elecciones
judiciales muestra al menos dos cosas: 1) Que no hay que temerle a la
consulta democrática; y 2) Que no hay por qué convocar a notables para
tener una mejor justicia. La cantidad de votos nulos y blancos es una
crítica popular al desempeño de la justicia, lo cual es cierto. Un buen
abogado hoy no es el que gana el juicio, sino el que lo prolonga más. No
hay abogados de pobres. Ya no se aceptan tinkas como antes, que
huevitos, que papa, que gallinitas. Hoy son abogados de bancos, de
empresas grandes o sucumben en la triste condición de escribas que
cobran 10 pesitos. Un pobre no tiene para prolongar el juicio, digamos,
de beneficios sociales; en cambio, una empresa tiene su abogado a sueldo
que se encarga de prolongar el juicio cuanto pueda. Esa es una
radiografía apresurada de la justicia, apresurada, es cierto, pero quizá
no del todo inexacta.
¿Cómo remediar el abuso? ¿Convocando a
notables? Vamos a retroceder al dedazo, al cuoteo de partidos, a la
democracia pactada en la cual, si tu partido controlaba el acceso a la
justicia, podía designar a quien quisiera. De este modo, jovenzuelos han
accedido al Tribunal Constitucional o al Tribunal Supremo, porque los
postularon los partidos del cuoteo y no porque eran notables.
La
lección de estas elecciones es clara: no hay democracia sin consulta
popular. El procedimiento es no solo bueno, sino único en América
Latina, donde se elige magistrados a dedo del poder. En Argentina, por
ejemplo, la Corte Suprema está llena de viejos carcamanes que defienden
el proceso o dictadura militar del Plan Cóndor, con el beneplácito del
poder político de turno. No caigamos en estos excesos. No confundamos
elecciones judiciales con candidatos atados de manos porque no podían
hacer propaganda, con elecciones generales, en las cuales hay candidatos
nítidos y conocidos. Allí se verá quién es quién. ¿Cómo? ¿Con una
compulsa de quién es más notable? ¿Un recuento de títulos profesionales,
medallas y méritos? Lo dije y lo repito: la política, como la
estrategia militar o los negocios, no reside en las neuronas sino en la
nariz, en el olfato de saber adónde apuntar en tiempo de crisis o de
incertidumbre. Pero el procedimiento es el único ejercicio democrático:
la consulta popular, las elecciones.
Somos un pueblo que ansía
participar. El nivel boliviano de participación es único. No importa la
propaganda que hagamos, sino la consulta popular mediante elecciones.