Medio: Opinión
Fecha de la publicación: martes 05 de diciembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
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De plumarios y tribunos
Habrá que admitir que un golpe de Estado a través de una
sentencia judicial es, en sí, un crimen político no muy frecuente.
Antes, autócratas, dictadores, sátrapas que en el mundo han sido
eligieron otros procedimientos acordes a sus tiempos y costumbres. No
obstante ello, hasta los más consabidos métodos utilizados, pretendieron
un cierto matiz diferenciador y creativo. Mal visto sería imitarlos
mecánicamente.
Es así, me imagino, que tal criterio primó para la
dictación de la Sentencia 084/2017, dado que, después de 180 golpes
dados en toda nuestra historia republicana de Bolivia,
y dado que vivimos tiempos de cambio, se imponía innovación creativa o
mejor, en lenguaje postmoderno y acorde a las técnicas y nominaciones
que utilizan los expertos en marketing. Debía establecerse una
imaginación constructiva o, quizá mejor, aplicar un pensamiento
divergente, ya que tales innovaciones terminológicas permiten visualizar
mejor los resultados, sin descuidar, obviamente, una planificación
estratégica seria y concienzuda para el logro del objetivo deseado.
Demás
está decir que, como consecuencia de los resultados del referendo, se
buscó con ahínco la forma de dejar sin efecto la voluntad popular,
aquella tan hábilmente manejada por el “cartel de la mentira”, mediante
culebrones de alcoba. La infamia fue hábilmente desmontada por todos los
medios habidos y por haber, en particular por el desempeño de los
secretarios de Estado que, restando horas al descanso reparador, se
dieron a la tarea de escribir tratados que desvirtuaban la lascivia y la
concupiscencia, achacadas indebidamente a los prosélitos del principio
filosófico del Vivir Bien.
La epónima Asamblea Nacional, cuya
fuerza y fortaleza radica en los dos tercios, encontró —asesores con
tufillo caribeño, de por medio, ya que los catalanes mostraron
ineficiencia total a la hora de la prueba— el modo y la manera de
revertir el contraste, denominado en clave, 21F. Presentaron una acción
de inconstitucionalidad de la Constitución, que, como puede colegirse,
ya es, en sí, toda una argumentación lógica, acorde a la ratio iuris,
además de legítima y legal por donde se la vea. Como quiera que el
Tribunal Constitucional se hallaba muy atareado por la excesiva carga
laboral, el cumplimiento de plazos procesales y la inminencia del cese
de sus funciones, el Ejecutivo, en el entendido de que los órganos del
Estado se deben colaboración recíproca y a modo de transparencia
institucional, coadyuvó en la elaboración de un proyecto de sentencia
con la participación de esclarecidos tratadistas.
A decir de los
entendidos y expertos, tal sentencia se destaca por reunir ciertas
cualidades diferenciadoras con cualquier otra dictada por el Órgano
garante y guardián de la Constitución. No faltan críticos que argumentan
que es muy similar a la espada de Damocles: larga y pesada; otros dirán
que no contiene fe de erratas. Lo cierto es que la sentencia fue
remitida al TCP en pen drive, luego, cuidando de imprimírsela en hojas
membretadas del Órgano, fue suscrita por los tribunos, cuyos nombres y
cualidades no serán recordados por la historia, porque, según ya es
común, en todos los registros, las generales de los plumarios no tienen
cabida.