Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: martes 05 de diciembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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editorial
Los significados del voto nulo
Si se considera la idea de que las elecciones judiciales del domingo fueron un referendo sobre la marcha del Gobierno del presidente Evo Morales, entonces estamos ante una victoria de la oposición.
El voto nulo en los comicios superó el 50%, es decir más de la mitad de los votos emitidos. Alrededor de un 36% votó por algún candidato a magistrado y, con esa misma lógica, ese sería el respaldo al régimen y al Presidente. Por otra parte, un 14% de votos blancos podían ser considerados como “neutrales” en esa competencia entre el oficialismo y la oposición.
Uno de los mensajes opositores de la campaña opositora fue “votar nulo es volver a votar No”, haciendo referencia al referendo del 21F, en el que esa opción obtuvo el 51% de los votos. Pues siguiendo esta lógica, la oposición ha mantenido ese resultado, pero el Gobierno, en vez de lograr el 49% que obtuvo en 2016, ahora solo logró alrededor del 36%. En esos términos, la del domingo ha sido una clara derrota gubernamental.
Ese mensaje antigobierno tiene varias fuentes, la principal de ellas es
la idea de que el Presidente desea eternizarse en el poder contra lo que
señala la Constitución, contra el voto del 21F y contra su propia
palabra empeñada. En varias oportunidades Morales dijo que, si el voto
de la población le resultaba contrario, abandonaría el poder y crearía
un restaurante en el Chapare.
Una de las otras razones por las cuales la ciudadanía rechaza al
Gobierno, es por la corrupción desatada. Casi cada semana se conoce un
nuevo escándalo provocado por alguna autoridad que es descubierta
haciendo algo irregular. Los casos son tantos que hasta para los medios
es difícil hacer un seguimiento detallado. Y esos son solo los que se
conocen, los hechos de corrupción que se mantienen fuera de conocimiento
público deben ser decenas o centenas más.
Un hecho relacionado al anterior es el del malgasto y descriterio en las
inversiones. El país está lleno de “elefantes blancos”, obras
carísimas, algunas de varios cientos de millones de dólares, que tendrán
escasa o nula utilidad. Eso, más estadios, tinglados y canchas
construidas en vez de hospitales o escuelas marcan el estado de ánimo
contrario al oficialismo.
Sin embargo, los comicios fueron oficialmente destinados a elegir a
nuevos magistrados. Desde ese punto de vista, la derrota oficialista es
aún mayor, porque allí sí debería sumarse el voto en blanco: el nulo
rechazó el proceso completo, pero el voto blanco demostró que más o
menos un 14% de las personas no supo por quién votar. Es decir que el
procedimiento de elegir a los magistrados por voto popular es un error,
una absurda idea proveniente de una entidad sevillana que ofreció
asesoría al Gobierno durante la discusión de la Constituyente.
Pero, con todo, ese plan le sirve al Gobierno para controlar a los máximos magistrados, especialmente a los del Tribunal Constitucional. Como se ha visto, ello ha sido clave para lograr primero un fallo favorable que le permitió a Morales candidatear en 2014 por tercera vez (algo prohibido por la Constitución) y después para declarar que el artículo que establece límites a la reelección debía ser derogado. Si la justicia está peor que nunca, como el propio Morales lo admitió, al oficialismo le tiene sin cuidado, ya que está lejos de su interés realmente mejorar este crucial poder del Estado.
Así que el voto dominical es una doble derrota para el oficialismo: por
un lado, como plebiscito, la oposición obtuvo más del 50%. Y como
elección judicial per se: sólo un tercio de la población se animó a
votar por alguno de los muy desconocidos y mediocres candidatos.
La derrota para el oficialismo no es completa, sin embargo. Su voto duro
sigue siendo de alrededor del 36%, un porcentaje elevado para un
Presidente que está 12 años en el poder y que ha cometido muchos gaffes y
abusos en los últimos meses. Que el 36% de la gente haya votado por
personajes anónimos como autoridades de la justicia, demuestra que una
parte de la población aún respalda firmemente al oficialismo; incluso
irreflexivamente. Y esa base es importante para futuros procesos
electorales.