No se necesita que las autoridades o instituciones se manifiesten dando las garantías para hacer política en el país, sino que aquello debe formar parte de la cultura democrática y los mismos ciudadanos deben tener la madurez suficiente de permitir que se haga campaña en todo el territorio nacional, dejándose en libertad a la propagación del disenso y dar paso a la discusión de ideas y que sea el soberano, de manera autónoma y no por consignas o presión, el que elija a sus autoridades.
La democracia no tiene límites y se la debe fomentar, por ser el sistema de gobierno que garantiza las libertades individuales y/o colectivas, siendo obligación de todo ciudadano el consolidarla de manera permanente.
No debería siquiera pensarse esa posibilidad de prohibir las campañas a determinada organización política. Insistimos, más bien se debe dar las condiciones para que propaguen sus ideas y confrontarlas, mediante el diálogo sobre la visión diferente que tienen sobre el país.
Las autoridades están en la obligación de garantizar la libertad de expresión, de locomoción y otros derechos, pero no es necesario siquiera que lo exprese o lo advierta, si se tienen ciudadanos capaces de comulgar con el disenso y enfrentarlos con otras ideas.
La clase política está obligada a garantizarse entre ellos el ejercicio de sus derechos. Son 36 años de democracia y es necesario terminar con el canibalismo y la miopía política.