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Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: domingo 14 de octubre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Las expectativas por la venta de hidrocarburos generaron que en 1997 el MNR creara y pagara el Bonosol, en un acto de demagogia electorera que no alcanzó para ganar las elecciones. En 1999, ante la falta de recursos, el gobierno de la megacoalición eliminó la renta de vejez y luego de un año anunció su relanzamiento con un monto más bajo y un nombre distinto. Banzer y sus aliados esperaban obtener elevados ingresos con la inauguración del gasoducto, pero 1999 y 2000 fueron los peores años de una crisis económica que empezó en Asia y llegó hasta Suramérica. Los gobiernos neoliberales habían priorizado las industrias enfocadas a la exportación, convirtiendo a Bolivia en un país altamente dependiente del contexto externo.
El golpe al modelo neoliberal fue encarado devaluando el boliviano, lo que redujo drásticamente el poder adquisitivo del salario y subió las tasas de interés en moneda extranjera, lo que llevó a la quiebra a las personas que tenían préstamos en dólares (llamados pequeños prestatarios). Las pésimas medidas económicas agudizaron las desigualdades en el país.
La democracia pactada estaba en crisis. Un estudio de Transparencia Internacional colocó a Bolivia en la cima del ranking de países más corruptos del mundo. Los escándalos llegaban hasta los yernos del presidente, ‘Chito’ Valle y Marco Marino Diodato, que aparecieron sindicados de corrupción y narcotráfico, respectivamente. Por si fuera poco, el Gobierno no tenía un programa claro hasta la Ley del Diálogo 2000, un plan de gestión aprobado casi a mitad de gestión y que el propio Banzer aplicaría por apenas un año.
Tuto Quiroga buscó profundizar el entreguismo firmando contratos petroleros de manera irregular y sentó las bases para el funesto proyecto de venta de gas por puertos chilenos. Existía un claro agotamiento de los dos pilares del sistema: el modelo económico neoliberal y el sistema de partidos políticos. El breve gobierno de Goni y Carlos Mesa sólo fue una extensión de estas políticas entreguistas y antipopulares, mientras la corrupción campeaba a sus anchas en el aparato estatal.
En este panorama ocurrieron los hechos de febrero y octubre de 2003. El deterioro de las condiciones de vida promovido por el neoliberalismo y la bajísima credibilidad de los partidos tradicionales favorecieron el empoderamiento de la sociedad civil organizada: sindicatos, centrales agrarias, juntas de vecinos y centros de estudiantes se convirtieron en espacios de debate sobre la realidad social, política y económica. La Guerra del Agua y el cerco aymara a la ciudad de La Paz en 2000 demostraron que se podía pasar del debate a la acción.
Los movimientos sociales fueron el escenario principal de resistencia al neoliberalismo, la fuerza protagónica que destronó al sistema de partidos políticos tradicionales en 2003. La subasta de las empresas públicas, el desguace del Estado, la entrega de los recursos naturales, la desigualdad, el desempleo y el extractivismo rampante, cuyas ganancias fugaban al exterior, fueron males que encontraron en octubre de 2003 una válvula de escape, pero la salida de Goni no terminó con el neoliberalismo ni con la corrupción. El gobierno de Carlos Mesa congeló los salarios, siguió devaluando el boliviano y ante la falta de recursos para sostener el Estado, incrementó la deuda externa, redujo la inversión pública y se dedicó a pedir donaciones a otros países.
La victoria de Evo Morales en 2005 significó la verdadera concreción de las luchas de febrero y octubre de 2003, consolidando la Agenda de Octubre en dos pilares antagónicos al neoliberalismo y la democracia pactada, como lo son el Modelo Económico Social Comunitario y Productivo y la democracia participativa e intercultural. Mesa se comprometió a atender esa agenda, pero nunca promovió un juicio de responsabilidades a Goni, no convocó a la Asamblea Constituyente y se negó a nacionalizar los hidrocarburos.
En 2005 votamos por la acción frente a la inoperancia, por un plan de gobierno frente a la ausencia de algún plan en los gobiernos de Banzer, Tuto, Goni y Mesa. Elegimos el Proceso de Cambio frente al neoliberalismo y sus defensores, elegimos cambiar en serio y no de mentiras como proponía Carlos Mesa. Este octubre de 2018 debe servir para recordarnos que hace 15 años le dijimos No al neoliberalismo, No a la democracia pactada, No a la entrega de nuestros recursos naturales. A 15 años de octubre de 2003, debemos decir nuevamente No a la restauración neoliberal, debemos recordar que tenemos una economía estable, con soberanía sobre nuestros recursos naturales, con industrialización, empleo y acceso a servicios básicos.
A 15 años de octubre de 2003, recordemos quién prometió cambiar el sistema para luego renunciar, y quién tuvo el valor de construir el Proceso de Cambio.