Medio: El Día
Fecha de la publicación: viernes 12 de octubre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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En otras palabras, la precipitación de la noticia del beneficio laboral, la timidez con la que fue lanzada y el desborde de justificativos y explicaciones posteriores, son directamente proporcionales a la desesperación del oficialismo ante el acelerado deterioro de su imagen que aleja cada vez más la posibilidad del MAS de obtener un resultado decoroso en las elecciones del 2019, ya sea con Evo Morales de candidato o sin él.
Precisamente, la principal secuela de La Haya ha sido la grave herida provocada contra el mayor capital político del oficialismo: la figura del presidente Morales. Su imagen de redentor que debía ser reforzada con un fallo favorable quedó herida de muerte y en esas condiciones un doble aguinaldo, que en el pasado no ha sido tan gravitante, hoy resulta poco menos que estéril a los fines de reencaminar las cosas hacia una reelección libre de amenazas.
El doble aguinaldo ni siquiera ha sido útil en el pasado para atrincherar el sindicalismo a su favor. Es verdad que los diferentes gremios laborales están en el bolsillo del Gobierno, gracias a las impresionantes dádivas y favores otorgados, pero eso no ha conseguido más que achanchar a los aguerridos movimientos sociales, que ahora no están dispuestos a dar paso si no es cambio de un pingüe estipendio.
Todos saben que los bonos extraordinarios no llegan ni siquiera al 20 por ciento de la población económicamente activa y aunque fuera cierto lo que dice el Gobierno, que alcanza al 30 por ciento, eso no alcanza y más bien salva a los bolivianos de tener como único capataz al Estado, que ya sea en Cuba o en Venezuela mantiene de los cojones a los ciudadanos, con políticas de racionamiento y de manipulación del hambre.
A estas alturas, al oficialismo le conviene dejar las arengas a un lado, las consignas, las fórmulas mágicas y los actos reflejos, pues ninguno conseguirá cambiar su realidad política y su proyección que parece estar signada indefectiblemente. Lo que puede hacer es articular una salida honorable, evitar caer en círculos viciosos y seguir contribuyendo al deterioro económico del país con medidas insulsas y descabelladas. Lamentablemente el “manual del populista desesperado” contiene demasiadas recetas milagrosas cuyos resultados son más destrucción, pobreza y escasez.
La principal secuela de La Haya ha sido la grave herida provocada contra el mayor capital político del oficialismo: la figura del presidente Morales. Su imagen de redentor que debía ser reforzada con un fallo favorable quedó herida de muerte.