Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 10 de octubre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Cuando la vida nos pone ante una disyuntiva tal que amerita no sólo una reflexión profunda, sino una actitud ejemplar y unificadora, ese es el momento en que debemos tener el valor de aceptar una derrota, y ser coherentes con lo que somos y lo que nuestro pueblo espera que seamos.
Desafortunadamente, desde el pasado 1 de octubre, mucho se ha criticado la acción asumida por Bolivia en su demanda marítima, pero pocas fueron las recomendaciones y soluciones posibles antes del fallo de La Haya; dada la estrategia que el país estaba asumiendo y que era conocida, en su resultado esperado, por los bolivianos.
Sin embargo, ahora, más que nunca, es el momento para que los bolivianos, en su integridad, nos mostremos unidos de cara a la comunidad internacional. No podemos seguir con tan absurdo y desalentador discurso de parte del Gobierno, pretendiendo estar “unidos” ante una causa justificada como nuestra demanda marítima y, a la vuelta de la esquina, tomando otra actitud para con nuestros conciudadanos, desprestigiando la imagen del otro e ignorando su voz. Eso se califica como falta de integridad moral.
Tampoco es momento de llorar sobre la leche derramada, cuando fue Bolivia la que acudió a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, esperando que ésta resuelva a favor nuestro en un ámbito estrictamente jurídico.
Ahora es el momento para que el presidente Evo Morales muestre que los bolivianos estamos más fuertes y unidos que nunca, a pesar del fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya que nos dolió a todos. En justicia, aparentemente no teníamos materia sustentable al presentar una serie de evidencias históricas que no eran vinculantes como para que la Corte fallara a favor de Bolivia y así obligar a Chile a entrar en un proceso de negociación formal, y seria.
En el análisis jurídico y secante, Bolivia sí probó ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya que Chile expresó su voluntad de negociar con nuestro país su condición mediterránea, pero no demostró que Chile estaba de acuerdo en obligarse a negociar. ¿Sutilezas del derecho internacional? Sí. Pero, cuando un país tiene conciencia moral, con la voluntad de negociar, esto debería bastar para sentarse a la mesa con Bolivia y establecer una agenda que se cumpla estrictamente, sin trabas ni condiciones.
Desde esa perspectiva moral y de buena fe, Chile tendrá que mostrarnos si sabe cumplir con sus promesas, plasmadas en una serie de notas, declaraciones, memorandos y pruebas bien sustentadas por Bolivia en la Corte pero que no demostraban jurídicamente la “solidez suficiente”. Penosamente, ni el efecto acumulativo de pruebas presentadas por Bolivia obliga a un país a negociar, a pesar del compromiso moral que representa la palabra dada.
Qué vergüenza que la humanidad no tenga una Corte Internacional de Moral para demostrar que Chile ha incumplido reiteradamente con sus promesas y cartas de intenciones, desde la firma del Tratado de 1904, tratado que, por cierto, fue firmado por poco con una pistola apuntándonos a la cabeza. Por lo visto la palabra para Chile no cuenta. Esta vez su Presidente festeja su victoria jurídica, pero no creo que su conciencia se sienta victoriosa, porque él y todo el pueblo chileno saben que el hoy llamado “territorio chileno” fue soberanía de Bolivia, que sólo el atropello y la ambición de poder, y de acumulación de riqueza económica de parte de Chile lo llevó a una invasión territorial desenfrenada e inhumana.
Pero ahora sí es el momento para que Evo Morales Ayma demuestre al mundo que en su país se respeta la palabra, la moral y la voz del pueblo boliviano. Chile se puede jactar de su victoria jurídica y del derecho internacional, pero nosotros debemos mostrarnos moralmente intactos como para continuar ejerciendo nuestro derecho para acceder a las costas del océano Pacífico.
Ya lo dijo muy clara y rotundamente el expresidente Jaime Paz Zamora: “Prefiero tener un país democrático y libre, aunque sea sin mar”. Bolivia puede vivir sin mar, pero no puede vivir sin democracia; aquella virtud ciudadana que nos hace libres para elegir el rumbo que debe tomar nuestro país en materia política.
Señor Presidente, le pido que esta vez tenga el valor de asumir con hidalguía la responsabilidad de unirnos a todos, olvidando actitudes soberbias y despectivas que no son características de un mandatario que busca mostrar al mundo que Bolivia es una sola, digna, unida y soberana.
El país entero está esperando que su Presidente respete la Constitución y el voto democrático de sus compatriotas, ejercido el 21 de febrero de 2016.
Javier Díez de Medina Valle es consultor en gestión de empresas y ética.