Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 07 de octubre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Carlos Mesa ya es candidato y ese es un hecho de grandes proporciones y trascendencia. Algunas encuestas lo colocan como el único político opositor con capacidad de ganarle a Evo Morales en los próximos comicios de 2019. Actualmente existe un empate al 30% entre los dos, pero cuando la campaña se inicie, una gran parte de los actuales indecisos se inclinará por él. Eso se desprende en que alrededor del 65% de los entrevistados expresa que no desea que Morales sea presidente una vez más. También las encuestas señalan que el 70% de la población exige que se respete el 21-F, es decir, el resultado del referéndum, precisamente el evento que prohíbe que Morales sea candidato.
Por lo tanto, si el 70% de los actuales indecisos vota por Mesa y por los otros candidatos de manera más o menos proporcional a su respaldo actual, el expresidente tendrá un voto superior al 40% en la primera vuelta. Considerando el descalabro en el que se desenvuelve hoy Evo Morales y el MAS, en medio del desconcierto por la derrota del 1 de octubre, la victoria de Mesa puede ampliarse. Si no llega a tener 10 puntos de diferencia en la primera vuelta (una opción, hoy por hoy, lejana, pero no necesariamente descartable) en la segunda ronda las encuestas prevén que puede vencer 60-40. La tendencia en ese sentido es consistente desde hace meses.
La posible victoria de Evo en una segunda vuelta es virtualmente nula. Ya tuvo menos del 50% en el referéndum del 21-F y desde entonces no ha hecho otra cosa que bajar.
Aunque Morales no lo admita y mantenga una posición desafiante con Chile y con la Corte de La Haya (que genera bastante vergüenza ajena), nos podemos imaginar que en su fuero interno se siente un derrotado. Esta es la segunda derrota importante en sus años de Gobierno. La primera fue la del 21-F, pero la de La Haya es histórica, quedará en los libros para siempre. “El presidente que nos puso más lejos del mar de lo que nunca estuvimos”. Esa idea no puede ser tan fácilmente desechada de su mente. “El presidente que hizo retroceder a Bolivia un siglo en la reivindicación marítima”. Son conceptos muy fuertes. Carlos Mesa, en un acto de generosidad, pero también de suerte, lo declaró “padre de la demanda marítima” solo unos días antes del batacazo 12-3.
Y todavía Morales tiene otras posibles malas noticias en el horizonte. La renuncia (que podría ser considerada prodemocrática) de José Luis Exeni al Tribunal Supremo Electoral ha generado allí un empate: hay tres vocales “democráticos” y tres “afines” y cualquier cosa puede suceder. Es decir, no se descarta que el TSE anule la candidatura de Morales. De ese batacazo ya no podrá reponerse.
El desafío de Mesa ahora es empezar a negociar la alianza electoral con las fuerzas opositoras democráticas. De la inteligencia, sagacidad y tacto con las que las desarrolle dependerá que su previsible victoria se confirme.
El otro desafío es construir una candidatura que avance hacia un “shock democrático”, pero que no olvide que este país es un 50% indígena-campesino, que los sectores populares son enormes y están bien organizados, que un Gobierno ‘neoelitista’ sería fatal, que el país no puede desechar los avances, aunque sean simbólicos, y muchos que son reales, de los sectores indígenas registrados en la última década. Su candidatura, y posible Gobierno, debe por tanto mirar al futuro y consolidarse como una opción democrática y progresista. Mientras tanto, para Evo: “Chao nomás”.