Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: jueves 27 de septiembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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En medio de temores, me sumo a la opción más difícil. Esa que no entrega en bandeja de plata y allana el camino a quienes aspiran, sin disimulo, al poder total. Max Weber se refería a circunstancias donde la primacía de la ética de la responsabilidad política debiera desterrar el ímpetu, más testimonial que efectivo, de una ética de principios confundida con estridencia dogmática y demagógica irresponsabilidad.
La movilización convocada por el Comité Nacional de Defensa de la Democracia y redes político ciudadanas, para el próximo 10 de octubre, será no solo propicia para conmemorar el 36 aniversario de la instauración democrática ahora en riesgo, sino, ante todo, para perfilar la convergencia de mensajes y acciones que nos prepare para transitar por un campo de lucha minado y prematuramente electoralizado. En proponer no hay engaño.
El “registro y actualización de firmas de militantes” del oficialismo es un ejercicio plurimulti. Pasa del control de firmas bajo el ojo vigilante de la dirigencia corporativa, el festín clientelar, la coerción a servidores públicos, hasta la fe religiosa en su mesías. ¿Y si se lanza la propuesta para que todos aquellos obligados al registro militante, opten por anular su voto contra el binomio oficial de la impostura? Votar nulo por el binomio que anquilosa al MAS y al país sería cuestión de dignidad y sana rebeldía.
En la otra vereda, urge tomar medidas para encaminar un año de resistencia que le dé coherencia y orientación estratégica al gran impulso ciudadano. Es imperativo constituir un alto mando nacional descentralizado cuyos miembros, tras declinar aspiración alguna a formar parte de las listas parlamentarias, asuman la difícil tarea de articular y canalizar energías, voluntades, propuestas, egos, intereses y expectativas de una coalición amplia de actores; de partidos políticos, plataformas ciudadanas de un frente amplio viable.
El 27 de enero, no puede ser una jornada cuya formalidad priorice la voz de los militantes registrados, ¿Por qué no aprovechar esos días para que la ciudadanía NO militante, convencida de la necesidad del respeto al 21F, se manifieste a favor del binomio de la unidad posible, para no perder el impulso gatillado en 2016 y en la engañosa elección judicial? Sería la poderosa señal de una ciudadanía activa y democráticamente dispuesta a contrarrestar la hostilidad y degradación a la que nos acostumbró la retórica de más consignas que contenido, peligrosamente contagiosa. Sería la movida ciudadana de quienes optaron por hacer escuchar su voz sin ser militante y que los partidos habilitados acojan de manera genuina e innovadora.
Finalmente, a propósito del “ninguneo” oficial del grito de “Bolivia dijo NO” por carecer de contenido, ¿no será hora de desmontar la nada novedosa agenda 20-25? Propuestas sobran y no implican el retorno del fantasma neoliberal. Necesitamos delinear y visibilizar una agenda-país que transparente y se sincere con realidades económicas y sociales camufladas por la merma de reservas, el incremento de la deuda. Que priorice la salud, educación, la justicia y la gestión de otros servicios tras constatar la sucesión de hechos de corrupción, improvisación, impericia e injusticias que nos espantan.
La autora es psicóloga, cientista política y ex parlamentaria