Medio: La Razón
Fecha de la publicación: domingo 23 de septiembre de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Y si uno se remonta a la elección de los vocales del TSE, podrá advertir que las “acusaciones” sobre su filiación oficialista eran moneda corriente. Estas adquirieron más resonancia en ocasión de la aprobación de la Ley de Organizaciones Políticas (LOP) y la convocatoria a elecciones primarias. Es evidente que el MAS retomó la iniciativa política e impulsó la aprobación de esa ley para su puesta en vigencia en las próximas elecciones, desoyendo la sugerencia del TSE sobre su paulatina implementación. El oficialismo hizo prevalecer su mayoría y aprobó la LOP, que fue calificada por alguna “plataforma” como “ley maldita”. Las críticas al TSE se orientaron a cuestionar su independencia, porque elaboró el calendario de las elecciones primarias en cumplimiento de la norma, como corresponde.
Estos días las críticas opositoras se multiplicaron debido al rechazo del registro de Sol.bo como partido de alcance nacional, porque no cumplió los requisitos en un tercio de los inscritos. Es decir, el TSE aplicó la norma, como corresponde, pero su accionar fue denostado porque ese dictamen favorecería —salto mortal triple— al oficialismo. El líder de esa organización acusó, obviamente, “de manipulación política del MAS en el TSE”, y recibió varias muestras de apoyo (y uno que otro comentario burlón de sus rivales en la oposición) con el mismo sello de inexactitud, como el caso de Carlos Mesa, quien dijo que la decisión del TSE es una “arbitrariedad incomprensible” y que “no contribuye a la credibilidad de las primarias”. Una afirmación que carece de sentido, pero muestra la intención de sembrar más sospechas sobre el comportamiento del TSE.
Considero que esta suspicacia se debe a dos factores. Primero, a una estrategia discursiva de la oposición enfocada en debilitar la figura de Evo Morales y usar argumentos de fraude en caso de una victoria oficialista, puesto que dudo que quienes hablan de dictadura, tiranía, autoritarismo y totalitarismo estén convencidos de la pertinencia de esos adjetivos. En segundo lugar, a la incomprensión sobre el carácter del control multipartidario. Como se sabe, existen dos tipos de frenos y contrapesos al Órgano Ejecutivo: el control multipartidario por parte de la Asamblea Legislativa, que en este caso es irrelevante porque el MAS tiene mayoría calificada en ambas cámaras; y el control contramayoritario por parte del Órgano Judicial (a través del Tribunal Constitucional Plurinacional) y del Órgano Electoral, que tienen prerrogativas para restringir el accionar del Gobierno cuando se torna arbitrario.
Sin embargo, esas prerrogativas corresponden a sus ámbitos de acción y, en ese sentido, es errónea la presión de las fuerzas opositoras sobre el TSE para que rechace la inscripción de Evo Morales como candidato en las elecciones primarias, puesto que su habilitación depende de un fallo del TCP. El TSE está en el ojo de la tormenta debido a esta incomprensión, y es deseable que salga indemne de esta coyuntura crítica para garantizar la continuidad del proceso electoral y la propia estabilidad de la democracia que, como quisiera más de alguno, puede naufragar en un mar de incertidumbre.