Medio: El Día
Fecha de la publicación: viernes 01 de diciembre de 2017
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Con casi cuatro décadas como Presidente de Guinea Ecuatorial, Obiang ya es destacado miembro de la caterva de “dictadores africanos”, categoría que merece definición sociológica por su duración y especificidades geográficas y raciales. Pero más que todo, por su apego a gobiernos de países ricos del norte (viejas potencias colonialistas europeas, EE.UU y nuevos socios del club de los que mandan en el mundo), que toleran a los que se llenan la boca con la democracia, y socapan a los autoritarios dictadores que dan vía libre, mediante contratos corruptos, al saqueo de sus riquezas naturales. Además, que de esos países ricos proceden sus ostentosos caprichos materiales.
Díganme si el gobernante de Guinea Ecuatorial no está en la clase del dictador de Zimbabue, derrocado hace poco por militares luego de 37 años en el poder. De Camerún, Paul Biya con 35 años; de Yoweri Museveni en Uganda con 31; Omar al-Bashid de Sudán ejerce hace 28 años; Idriss Derby de Chad con 27 años de gobernante; Yahya Jammeh de Gambia fue derrotado en las urnas luego de 22 años en el poder, e Isaías Afewerki en Eritrea, ejerce hace 24 años. Denis Sassou Nguesso de Congo, con 20 años. Paul Kagame de Ruanda, con 17 años. Joseph Kabila de RD Congo, con 16 años.
José Eduardo dos Santos de Angola tenía 39 años en la silla y por enfermedad dejó el cargo. La ausencia de alternancia democrática es una seria deficiencia de las democracias africanas. Pareciera que ahora Evo Morales desea imitarles. Todos podrían asesorar al prorroguista boliviano, haciendo mal uso quizá de los nexos sur-sur en lugar de la oprobiosa dependencia norte-sur que tanto aflige.
Sin embargo, el Jefazo escogió a Teodoro Obiang, que tiene más años en el poder, quizá por la conveniencia de ser el único país africano que habla español y no algún idioma “originario” en que parceló al país el demagogo cocalero. Guinea Ecuatorial, siendo pequeñito, tiene grandes reservas de petróleo y gas natural. Dice el Jefazo que es parecido a Bolivia en cuanto emprendió “la defensa de los recursos naturales”, quizá similar a la falsa “nacionalización de hidrocarburos” del líder cocalero.
El problema es el “para qué” de las reformas. Porque de “revolución” a “robolución” hay sólo un par de letras de diferencia. Usualmente se asocia esa diferencia a la corrupción, vinculada con los años del mandamás en el poder, y el desgaste moral que trae por aquello de que “el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente” de que hablaba Lord Acton.
Ahí Obiang se aplaza y su émulo boliviano se aplazará. En el pequeño y rico país del dictador africano se generó mayor desigualdad o inequidad: los allegados al poderoso ostentan su riqueza, mientras la mayoría de las gentes se debate en la miseria. Para muestra, sepan que Teodorín, el hijo del dictador, encargó un yate de $400 millones de dólares y es conocido por su colección de relojes caros y autos deportivos lujosos. Fue nombrado, tal vez “a dedo” por su padre, como Vicepresidente.
A su vez, intriga por qué Evo Morales se desdijo de sus poses iniciales de no insistir en su re-re-reelección después del referéndum conocido por 21F en que el pueblo boliviano dijo NO. ¿Será quizá por borrar huellas de latrocinios de su régimen? Quizá por ello, Evo Morales opta por consejos dictatoriales africanos, en vez de seguir el ejemplo de José Mujica, que en Uruguay dio ejemplo de modestia y desapego al poder político. O si de África se trata, del gran Nelson Mandela de Sudáfrica, que a diferencia del vecino Zimbabue y su dictador negro Robert Mugabe: después de pasar más de un cuarto de siglo en cárceles de blancos supremacistas, prefirió sumar y multiplicar en vez de restar y dividir involucionando a su país.
A mis años, como viejo lobo de río amazónico en extinción, soy pesimista. Me late que estamos jodidos y tendremos Jefazo para rato si calan los consejos de dictadores africanos.