Medio: Opinión
Fecha de la publicación: viernes 14 de septiembre de 2018
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Democracia paritaria
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La desmovilización es producto de la resignación o de la ilusión de la conquista de un logro. Es cierto, no estamos como antes, pero ¿estamos realmente dónde queremos? Dejo la pregunta ahí para que nos demos la respuesta reflexionando individual y colectivamente, de ser posible, reiterando que este no es un problema de las mujeres, es un problema de la sociedad en su conjunto. Ignorar la verdad de lo sucedido a las mujeres electas, víctimas de actos de acoso y violencia política, el encubrimiento de los responsables y la falta de sanción oportuna dan cuenta de la pobreza del sistema democrático y jurídico del país; pero, además, legitiman las violaciones de los derechos humanos constituyéndose en un obstáculo importante a superar para lograr la equidad.
Estos aspectos nos permiten ver cuánto hemos avanzado y cuánto nos falta para su perfeccionamiento. Nos permiten analizar aspectos por los cuales el simple cambio del 50 por ciento de actores políticos por actrices no supone aún una transformación real de la política, de las relaciones de dominación y de la estructura patriarcal.
No se trata de idealizar y asumir que la cristalización de nuestras demandas se resumen en la paridad y alternancia reconocidas y conferidas por una ley y la Constitución, que por cierto no alcanzan al binomio presidencial.
Urge un correlato en la convicción y acción consecuente de las organizaciones políticas de toda índole y en la sociedad en su conjunto. Es hora de asumir que no puede haber democracia sin la participación plena de las mujeres, sin transformaciones reales de los espacios de poder, de las políticas públicas y las relaciones interpersonales, es decir en los espacios microsociales donde más se naturalizan las relaciones de subordinación.
Las próximas elecciones permitirán evaluar el desempeño de las mujeres electas y apoyar a quienes se atrevan a encarnar nuestras preocupaciones y propuestas, es decir, a quienes se comprometan y atrevan a defender las causas de la diversidad de mujeres asumiendo una representación política honesta, sin descuidar que desde las ONG, movimientos y organizaciones de mujeres es un deber promover la participación directa de la sociedad y la cualificación permanente de futuras generaciones de mujeres y varones que eventualmente lleguen a espacios de decisión. Finalmente, necesitamos pluralizar y radicalizar la democracia, para ello la ciudadanía nos permite articular subjetividades, dándoles un sentido común a las distintas demandas sociales. Género, raza, clase y edad son algunas de las variables que deberían verse reflejadas proporcionalmente en la composición de los órganos e instituciones del Estado, en las próximas elecciones.