Medio: Jornada
Fecha de la publicación: viernes 01 de diciembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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Al parecer muchos ciudadanos han quedado perplejos y decepcionados por el fallo del Tribunal Constitucional, que dio curso a una cuarta e indefinida reelección del Presidente del Estado, basando su argumento en el derecho humano y político que tiene y que le otorga el artículo 23 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos.
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La democracia no ha muerto
jueves 30, noviembre 2017
Al parecer muchos ciudadanos han quedado perplejos y decepcionados por el fallo del Tribunal Constitucional, que dio curso a una cuarta e indefinida reelección del Presidente del Estado, basando su argumento en el derecho humano y político que tiene y que le otorga el artículo 23 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos.
Como es de conocimiento de la ciudadanía un grupo de parlamentarios oficialistas presentó ante ese organismo un recurso de inconstitucionalidad de 5 artículos de la Ley Electoral, planteando la inhabilitación de cuatro de la Constitución Política del Estado, entre los que se encuentra el 168 que determina una sola reelección de los Mandatarios, el mismo que también fue ratificado por un referéndum el 21 de febrero del 2016, por la mayoría del pueblo. Las reacciones, como no podía ser de otra manera, han sido de indignación contra los magistrados que se encuentran en el final de su mandato, así como la crítica del Secretario General de la Organización de Estados Americanos, quien afirmó que el artículo esgrimido de la Convención Internacional, no es para perpetuarse en el poder. En las redes sociales, en declaraciones y en otras manifestaciones, al margen de declarar a la fecha del fallo como negro para la historia boliviana, también han señalado que "la democracia ha muerto". Creemos que es un exceso de una decepción lacerante por lo que ocurre, pero de ninguna manera podemos afirmar tal extremo. La democracia sigue vigente y se fortalecerá aún más con este tropiezo que ha protagonizado el Tribunal supuestamente defensor de la constitucionalidad. La democracia reside en el pueblo y es el pueblo el que tiene que reclamar su plena vigencia. Decir que ha muerto constituye una derrota anticipada de una lucha que ya se la vislumbraba desde el momento que el recurso fue aceptado en el organismo que reside en Sucre. Seguramente el tema, la decisión, será objeto del análisis internacional, tanto en los organismos de derechos humanos, en los que se debe determinar y pronunciarse si una continua reelección constituye un derecho humano, así como en la misma Organización de Estados Americanos, cuyo máximo administrador ya se pronunció en contra del fallo boliviano. También será objeto de análisis en las naciones latinoamericanas que se encuentran en el camino democrático, menos, lógicamente, en Venezuela y Nicaragua, además de Cuba, naciones en las que las vulneraciones a los derechos humanos y a la democracia, han sumido a sus pueblos en el miedo y el temor, que son las bases para garantizar el poder omnímodo, que se maquilla de democrático. En este análisis se encuentra la Carta Democrática que pretende garantizar el ejercicio de la democracia y de los derechos humanos en las Américas. El pueblo debe mantener aún esperanzas de que el camino escogido por el oficialismo sea rectificado, considerando que aún faltan dos años para las elecciones generales. Pero la democracia no ha muerto. Pero si se encuentra herida por una determinación que rompe los principios constitucionales bolivianos y la voluntad popular expresada el 21 de febrero del 2016.