Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: lunes 10 de septiembre de 2018
Categoría: Legislación electoral
Subcategoría: Leyes nacionales y decretos reglamentarios
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El partido gobernante concluyó la fase persuasiva; ya no cuida formas. Terminó de instalar el dispositivo para el siguiente paso.
Como todo proyecto totalitario que necesita prolongarse indefinidamente en el poder, distrajo al pueblo mientras su burocracia operaba cooptando instituciones para legalizar a través de ellas los mandatos del jefe, con fallos, leyes y disposiciones emitidas por los Órganos Legislativo, Judicial y Electoral, a objeto de legalizar sus mandatos, aun siendo éstos inconstitucionales. Por eso intentó habilitar por cuarta vez consecutiva a Evo Morales mediante la modificación del artículo 168 de la CPE, convocando al referéndum vinculante del 21F. Pero ganó el “No”.
Ese tácito rechazo asustó al gobierno, tanto, que se apuró a insistir por la vía constitucional y los encargados de cuidar la supremacía de la Constitución, la sometieron con una interpretación forzada de la “aplicación preferente” del Pacto de San José para declarar que la postulación ilimitada es un derecho humano. Los seis magistrados del saliente TCP se portaron a la altura de los altos cargos que hoy desempeñan en el gobierno.
Esto enojó al pueblo que exigió respeto a su voto y retumbó “Bolivia dijo no”. Tres palabras que promovieron en todo el país la articulación espontánea de las plataformas ciudadanas, que hoy el gobierno descalifica y minimiza pero sólo en el discurso, porque en realidad les teme. Ellas aceleraron su desgaste y parecería que el MAS se ve en caída libre, porque su desesperación visibiliza sus urgencias: electoralizar el clima, entrar en escena con un adversario habilitado para debatir y competir de igual a igual, aparecer en encuestas y así legitimar a su candidato.
El MAS pisa acelerador. Presenta la Ley de Organizaciones Políticas para complicar la constitución de nuevos partidos, pero principalmente para incorporar las elecciones primarias a la medida de su caudillo. Cada partido debe someterse a un proceso electoral administrado por el TSE y, por simple mayoría elegir sus binomios presidenciales antes de fin de año. Aprobó la Cámara de Diputados y pasó a Senadores que con sus dos tercios garantiza que la Ley será promulgada en breve por su único beneficiario, el Presidente Morales.
Una vez más, el poder se sirve del pueblo; utiliza el voto para legalizar lo ilegal y legitimar lo ilegítimo. Con las primarias, “matará dos pájaros de un tiro”.
Primero, el MAS elegirá a Evo Morales como si estuviera habilitado para la candidatura. Segundo, dividirá a los defensores del “No”. La estrategia consiste en una disyuntiva perversa que induzca a un debate de argumentos éticos, democráticos y partidarios, sin llegar a un acuerdo: Si participan en elecciones, legitimarían la candidatura de Morales, entonces no deben hacerlo; pero si no participan, le dejarán el triunfo seguro al ser el candidato del MAS, el único en carrera, entonces deben hacerlo.
El gobierno apuesta a la escisión de la oposición. Un gobierno totalitario no admite el sistema de pesos y contrapesos, necesario en democracia. Quiere todo el poder para consolidar su proyecto de poder, constituirse en un partido hegemónico y anular al Órgano Legislativo usando la vía judicial si así le conviniera.
Para anular a la oposición y someter al pueblo boliviano, usa la misma receta con la que el chavismo destruyó la Mesa de Unidad Democrática en Venezuela. Si no reaccionamos hoy, pronto viviremos una realidad similar a la de ese hermano país.
La autora es politóloga