Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 10 de septiembre de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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En la muy buena entrevista que EL DEBER le hizo al presidente Evo Morales se refleja mucho de su personalidad. Todos los que disienten con él son sus enemigos, solo él tiene la razón. Es increíble ver un líder en el que todo se reduce a un maniqueísmo de “amigos y enemigos”. Creo que desde las dictaduras militares no habíamos tenido, desde la Presidencia del país, una retórica tan dicotómica.
Los periodistas son de izquierda o de derecha, dice Morales. En su mentalidad, si son de izquierda, entonces estarían a favor de él. Más bien creo que ocurre lo contrario, conozco muchos periodistas de derecha que apoyan al primer mandatario. Tienen derecho. Lo que está mal es el intento de Morales de encasillar a los hombres y mujeres de prensa de Bolivia y no aceptar que actúen libremente, independientemente de su posición política.
Pero hay más. Incluso el mandatario califica como “enemigos” a los integrantes del TSE. No se entiende esa declaración excepto que él esté hoy dudando de si lo aceptarán o no como candidato presidencial. Hay versiones que señalan que los vocales están divididos, pero que la facción que exige rechazar a Morales como candidato podría, al final, lograr cuatro votos, es decir la mayoría mínima necesaria para que Morales no sea aceptado como postulante.
Sigue su arremetida por otras áreas, como por ejemplo descartar cualquier valor en las plataformas ciudadanas y las posturas de los dirigentes opositores. Todo es blanco o negro para nuestro presidente. Lo peor es que él piensa que eso es bueno, que el matiz, la serenidad, la habilidad de entender a los rivales es algo negativo, una muestra de debilidad.
Un último apunte de la entrevista de EL DEBER: Morales no afirma si acatará o no el resultado de los próximos comicios. Bueno, como ya no acató el resultado de la votación anterior (el referéndum de 2016), sin duda puede intentar nuevamente simplemente dejar sin efecto la de 2019.
Morales ha estado muy activo lanzando sus amenazas en estos últimos días. Volvió a señalar que la idea, que parecía una broma, sobre hacer aprobar una ley “contra la mentira”, es un proyecto firme del oficialismo. Y que con ello se busca castigar a los “mentirosos confesos”, que seríamos los periodistas y los medios de comunicación. Es curiosa la amenaza cuando es el presidente el personaje público que más notoriamente falta a la verdad.
Para finalizar una semana de muchas malas noticias, el ministro de Gobierno se lanzó contra dos periodistas y un activista y los acusó de incitar a la violencia en Yungas, donde policías mataron a dos cocaleros. La capacidad autocrítica del oficialismo está hoy en sus niveles más bajos.