Medio: Opinión
Fecha de la publicación: viernes 01 de diciembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Poder y violencia
¿Es más autoritario Evo Morales
que los líderes políticos tradicionales, por forzar una cuarta
repostulación inconstitucional a la presidencia? ¿El MAS es más
caudillista que otros partidos políticos? Me temo que la respuesta es un
rotundo no. Si bien la postura verticalista de este Gobierno es
francamente grosera, es parte de una tradición no democrática de varios
de nuestros actores políticos a lo largo de la historia.
Y los
actores políticos de nuestra magullada democracia solo expresan los
valores predominantes en la sociedad. La concentración de poder político
es solo un reflejo de la concentración de poder en los hogares, las
escuelas, los medios de comunicación, las iglesias, las empresas.
Allí
donde hay concentración de poder prolifera la violencia. Violencia
judicial (dependencia política de la justicia), ecológica (degradación
ambiental por el extractivismo), étnica (invasión de territorios
indígenas a nombre del “desarrollo”), económica, laboral, de género,
intrafamiliar, religiosa. Podemos aprobar leyes para institucionalizar
la justicia, para consolidar la democracia o para “garantizar a las
mujeres una vida libre de violencia”. Pero, mientras el poder quede en
pocas manos: en el caudillo de turno, en el gerente, en el cura, en el
pastor, en el padre de familia, en el profesor, la violencia y conculcar
los derechos más elementales será una trágica y permanente realidad en
nuestro país.
Por tanto, no se trata solo de “defender la
democracia”, como si la democracia representativa anterior al populismo
del MAS hubiese sido perfecta. Se requiere profundizar y radicalizar la
democratización. Que la misma llegue y se arraigue en nuestros hogares,
en nuestras empresas, en las iglesias, en los medios de comunicación y,
por supuesto, en el Estado y la política. Sobre todo, que la
democratización, la paz y la justicia sean parte de nuestros valores y
nuestras prácticas cotidianas. Eso significa despojar de sus privilegios
a quienes ahora concentran el poder, y procurar el empoderamiento y el
protagonismo de las personas en situación de vulnerabilidad: de niños y
niñas, mujeres, indígenas, discapacitados, pobres, de la propia
naturaleza. Es una tarea urgente y titánica que va más allá que solo
votar nulo este 3D.