Medio: El Deber
Fecha de la publicación: viernes 07 de septiembre de 2018
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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No obstante, este proceso preelectoral que estamos viviendo tiene nuevos componentes, frente a los cuales hay que estar atentos. Se ha promulgado una nueva Ley de Organizaciones Políticas, en la que se privilegia a los partidos como únicos representantes de la ciudadanía. Estos están obligados a buscar acelerada y hasta desesperadamente a sus candidatos para inscribirlos en octubre, para una elección primaria que se debe realizar en enero. Todo a la medida del Movimiento Al Socialismo y al afán de abrir definitivamente la repostulación de Evo Morales, al margen de la Constitución Política del Estado.
Para participar en estos procesos, tanto el precandidato como los electores en las primarias, deben militar en un partido político. Esto deja al margen a los ciudadanos registrados en el padrón electoral, que votan en las elecciones nacionales, pero que no son miembros de una organización política. Las plataformas ciudadanas se quedan así sin opción.
A pesar de la norma, los movimientos ciudadanos se están organizando para mantener la defensa del voto de todos los bolivianos en el referéndum del 21 de febrero. En contrapartida, el Movimiento Al Socialismo ha decidido sacar a su militancia a las calles de manera coincidente. El riesgo es que la violencia, hasta ahora verbal, se convierta en violencia callejera, con nefastas consecuencias para la democracia.
Estamos entrando a un escenario de tensión permanente. Primero, porque todo está politizado, todo se relativiza en la pugna de los que corren por el poder. Segundo, porque el país tiene su propia dinámica y conflictos, como el de los cocaleros de los Yungas, que están protestando en la sede de Gobierno y frente a quienes ya hay amenazas de sectores afines al MAS, en sentido de que saldrán a rechazarlos también en las calles. Así, crece la posibilidad de confrontación.
No puede ser posible que, en el afán de poder, se relativice la paz social, la libertad y la vida de los ciudadanos. Aún es tiempo de disminuir la marcha, tomar distancia y ver las consecuencias de estas acciones. Aún es tiempo de reencaminar y de pensar en el país antes que en el propio partido o el propio interés.