Medio: El Diario
Fecha de la publicación: viernes 07 de septiembre de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Dicha reunión no deja lugar a dudas acerca de una actuación de doble filo del TSE, si se tiene en cuenta sus reiterados pronunciamientos y declaraciones públicos en defensa del proyecto original de la nueva Ley de Organizaciones Políticas a su cargo, declaraciones que ahora quedan descubiertas como mera apariencia, cuando habían sincerado al Presidente del Estado su determinación ya tomada y fechada para las indicadas primarias, uno de los puntos más polémicos de la misma ley, pero ya promulgada al presente.
No obstante, el nombrado poder electoral se dio el trabajo de argumentar fingidamente, primero ante la Comisión legislativa pertinente y ante la Cámara de Diputados que las primarias debían entrar en vigor recién para las elecciones de 2024. Luego -cambiando de posición- admitieron ya a nivel de Senadores que “técnicamente” esa elección interna de los partidos es viable para enero de 2019. Este ir y venir del TSE ahora desenmascarado, permite deducir que no estamos ante otra cosa que un acuerdo preestablecido y tripartito (TSE, Legislativo y Ejecutivo), confirmando una vez más que la independencia de poderes es falsa e inexistente en el país. Inclusive el desmentido de Katia Uriona, presidenta del Tribunal Electoral, a Milton Barón, presidente del Senado, en sentido de que no hubo una concertación telefónica sobre la ley en cuestión, se inscribiría como otra complementaria pantomima.
Cae así bruscamente el telón de fondo de libertad, equidad e imparcialidad que trató de proyectar el TSE hacia la opinión pública, demostrando además que en nada se diferenciaría de quienes le precedieron a su vez en la misma función, signados por una vergonzosa obsecuencia en su desempeño. El panorama electoral fijado para octubre de 2019 se presenta, pues, poco o nada inspirador de confianza.
Los partidos –posibles contendores del MAS el 2019- tienen apretado tiempo para reinscribir a sus militantes, realizar las primarias en enero próximo, acreditando a los respectivos binomios 60 días antes, vale decir casi de inmediato. Claramente semejantes plazos tienden a que los presuntos candidatos salgan a la arena a la brevedad, haciendo coro al factótum oficialista, que se sabe quién es. Sin duda, es una planificación trazada desde la nueva ley por el carácter vinculante, y bajo esa letanía obligatoria confirmar la re, re, reelección conocida.