Medio: El Día
Fecha de la publicación: viernes 23 de mayo de 2025
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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El futuro siempre es incierto, aun cuando tengamos algo programado o calculado. El futuro solo nos arrojará certezas cuando hayamos ejecutado aquello que planificamos, pero para entonces, el futuro ya será pasado, y habrá que recomenzar el ciclo. Así es el transcurrir del tiempo. Quizás por eso aquella frase de “se vive día a día u hora tras hora”.
Y vivimos las horas y los días previos con ansiedad, con expectativa, con noticias gratas sobre nuestros candidatos favoritos, con rabia si nuestros ídolos políticos son vetados u observados con riesgo de no ingresar en la gran contienda de agosto.
Con mucha fe en que se avecina un cambio de timón —si las encuestas nos indican eso—, pero también con tensión y nerviosismo si asumimos que las encuestas son solo eso: encuestas, más llenas de dudas que de certezas, cambiantes y distintas según las empresas u organizaciones que las realizan, y muy variables también según las regiones y/o ciudades donde son aplicadas.
CANDIDATOS CON SABOR A POCO
Por cierto, entre los candidatos, los hay para todos los gustos: algunos con acciones ilegales, declaraciones rimbombantes, otros con predicciones apocalípticas, marchas de presión ante el organismo electoral, amenazas de convulsión si algunos llegaran a ser vetados, etc.
Si bien hace algunos meses ciertos candidatos se presentaban con una imagen interesante, esto se fue diluyendo con el tiempo, mientras hablaban y/o prometían incoherencias, fantasías, exageraciones, siempre creyéndose la salvación de la patria, cual elegidos o predestinados divinos.
CAPRICHOS INFUNDADOS
A lo anterior se suma el capricho. Es que en Bolivia muchos sectores de la población ya no respetan la legalidad institucional, y ante la falta de argumentos coherentes para el reclamo, simplemente se procede a atemorizar a las autoridades y, por ende, a todo un país.
Amenazas de nuevas marchas furibundas, bloqueos, ultimátums y plazos fatales… algo típico de nuestra Bolivia y de nuestro folclore político.
Los caprichos están a la orden del día. A una inhabilitación le siguen declaraciones de discriminación, bloqueo de carreteras, paros escalonados y, claro está, gran presión al TSE, organismo que —aguardemos— no se resquebraje hasta llegar al día de la elección.
¿OUTSIDERS?
A semejanza de la aparición de candidatos como Milei y Noboa en Argentina y Ecuador, respectivamente, en Bolivia no tenemos esa categoría de candidato o candidata. Todos los presidenciables son conocidos, tanto ellos como sus ideas políticas. Despiertan simpatías en grandes sectores, pero también generan dudas o antipatía en otros. Así, la división está garantizada y nos vuelve más incierta la era post-agosto.
Acaso el señor Jaime Dunn sea el único que se perfilaba como outsider, pero le faltó cálculo político y un partido confiable o, en su defecto, una agrupación ciudadana. Y un vicepresidenciable outsider podría ser el capitán Edman Lara, pero quizás no está al lado de quien debiera. En fin, Bolivia se merecerá al candidato que elija… y que Dios nos libre.